En esta secciòn se ofrecen algunas reflexiones sobre la Palabra de Dios del dìa festivo, preparadas por la comunidad cada semana. Este material trata de responder a una doble exigencia de todos: a) Escuchar la Palabra de Dios en la misa dominical habiendola ya meditado en modo serio y profundo; b) Adecuar la homilia o la catequesis en el mejor modo a la sensibilidad y a las situaciones concretas de los fieles. El camino realizado, ya desde hace 40 años ha demostrado que este mètodo –aunque si no es el ùnico ni el òptimo- mejora la calidad y los contenidos de la homilia. Esto se transforma en un valioso servicio que los laicos ofrecen al sacerdote y el sacerdote ofrece a la comunidad de los fieles. Despuès de esta experiencia como grupo, se sintiò la exigencia de ofrecer tambièn un “rastro” escrito para que la reflexiòn continùe durante la semana en familia. Ahora el textò està disponible a travès de internet: la nueva “chimenea”, donde la familia puede reunirse alrededor de la Palabra de Dios y del fuego del Espìritu Santo. La Iglesia invita cordialmente a preparar un corazòn bien dispuesto a escuchar y a profundizar la Palabra de Dios.
Textos traducidos por María Beatriz May y María del Carmen
XVIII Domingo Del Tiempo Ordinario
Busquen las cosas de arriba, donde está Cristo
Lecturas: Eclesiastés 1,2.2,21 23; Colosenses 3,1-5.9-11; Lucas 12, 13 21.
1 - ¡Vanidad de vanidades! – El antiguo sabio de Israel plantea la eterna pregunta sobre el valor de la vida: ¿Qué provecho recibe el hombre de toda su fatiga? Y razona así como buen pragmático: “Si todos los días de la vida trascurren entre fatigas y continuas procupaciones, si lo que ha sido acumulado se debe dejar a otros, entonces todo es vanidad y desdicha”. En otras palabras: ¡no vale la pena vivir! Es la filosofia típica de los que viven única y exclusivamente para las cosas de la tierra, sin una perspectiva ultra terrena. Hoy se diría: es la visión secular de la vida y la muerte. Demasiado poco...
XVII Domingo Del Tiempo Ordinario
Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá la puerta
Lecturas: Génesis 18, 20 32; Colosenses 2, 12 14; Lucas 11, 1 13.
1 – Cincuenta, treinta, diez – La oración, tan audaz e inteligente que Abraham hace a Dios es para tratar de salvar in extremis a Sodoma y Gomorra, las dos ciudades corruptas del Mar Muerto: “Señor, tal vez se encuentren sólo diez - Aun por esos diez no la destruiré”. En ese caso, lamentablemente, no se encontró ni siquiera un justo, y las dos ciudades fueron destruidas por el fuego para siempre. Nosotros por suerte podemos seguir así la oración de Abraham: “Señor, por amor del único justo que es Cristo, tu Hijo y nuestro hermano, ¡no destruyas el mundo!” Y, una vez más, estamos seguros de ser escuchados para que las Sodoma y Gomorra modernas se arrepientan y se salven.
XVI Domingo Del Tiempo Ordinario
Marta, una sola cosa es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada
Lecturas: Génesis 18, 1 10; Colosenses 1, 24 28; Lucas 10, 38 42.
1 – Las dos hermanas – El episodio evangélico es importante porque siempre es actual. Marta y María discuten porque quieren intercambiarse los papeles: Marta está totalmente ocupada en los quehaceres domésticos, María está tranquilamente absorta escuchando a Jesús. La vida actual, tan frenética y agotadora, nos hace envidiar y reprochar a los que se dedican a la oración, al estudio, a la contemplación, a lo mejor encerrados en un convento de clausura. La vida activa y la vida contemplativa son ambas necesarias. ¿Cómo conciliar las dos exigencias?
XV Domingo Del Tiempo Ordinario
¿Quién es mi prójimo? El que tuvo compasión de él
Lecturas: Deuteronomio 30, 10 14; Colosenses 1, 15 20; Lucas 10, 25 37.
1 – El mandamiento nuevo – El Deuteronomio es el libro del Antiguo Testamento que contiene la fórmula oficial de la Ley divina , grabada en el corazón del hombre desde su nacimiento y revelada por Dios mismo a Moisés para reafirmar su valor absoluto: “Amarás al Señor, tu Dios con todo tu corazón. Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús en la última Cena ha redefinido este mandamiento en un modo nuevo y más elevado: “Que nos amemos todos como él nos amó”. No puede haber ruptura entre el amor del hombre y el amor de Dios, el amor a mí mismo y al prójimo: ¡Jesús es todo esto!
XIII Domingo Del Tiempo Ordinario
El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios
Lecturas: 1 Reyes 19, 16b.19 21; Gálatas 4, 31-5,1.13 18; Lucas 9, 51 62.
1 - ¡Sígueme! – El Evangelio de hoy termina el discurso del domingo anterior, que proponía el hecho de seguir a Cristo como compromiso de “perder” la propia vida, es decir , donarla para el bien de todos. Hoy, es una vez más Cristo quien nos dirige una invitación perentoria: ¡“Sígueme en esta nueva forma de vida”! Aquí se inscribe toda la historia personal de cada hombre.
XII Domingo Del Tiempo Ordinario
El que quiera salvar su vida la perderà, pero quien pierda su vida pormi causa la salverà
Lecturas: Zacarías 12, 10-11; Gálatas 3, 26-29; Lucas 9, 18-24.
1 - ¿Qué es la vida? – El tema fundamental del Evangelio, la “buena noticia”, es la definición de la vida humana. Cristo nos revela la verdadera naturaleza de la vida y porqué Dios nos la dio. Él propone y soluciona la cuestión con una paradoja eficaz para explicar el auténtico y nuevo modo de concebir la vida. Y naturalmente, antes nos ofrece un ejemplo inalcanzable con su vida. Aceptar este “principio existencial” de Jesús significa aceptar también todas las decisiones radicales que Él propone a los hombres que quieran salvarse.
XI Domingo Del Tiempo Ordinario
Sus pecados le fueron perdonados porque mucho ha amado
Lecturas: Samuel 12, 7 10.13; Gálatas 2, 16.19 21; Lucas 7, 36 50
1 - Un Dios queperdona – Tratemos de imaginar un mundo en el que el hombre no tuviese ninguna posibilidad de ser perdonado ni por Dios ni por los hombres: sería la desesperación... Es por eso que el Salmo responsorio canta la bendición del hombre que tiene la posibilidad de ser siempre perdonado por Dios: “Tú eres un refugio para mí, de la angustia, me guardas, me rodeas de cantos de liberación. Todos los rectos de corazón, griten de gozo”! Por otro lado, si no hubiese perdón, sería inútil hablar de pecado y redención; así que repitamos siempre: “Devuélveme, Señor, la alegría del perdón”. A partir de aquí comienza y recomienza la esperanza cristiana y humana: si Dios me perdona, quiere decir que puedo lograr liberarme para siempre del mal. ¡Aunque los hombres me negaran el perdón, ¡estoy salvado!
X Domingo Del Tiempo Ordinario
Joven, yo te lo mando, levántate. Se incorporó el muerto inmediatamente y se puso a hablar
Lecturas: I Reyes 17, 17-24; Gálatas 1, 11-19; Lucas 7, 11-17
1 – Un accidente irreparable – La muerte asume siempre esta connotación básica porque sea como sea, quiebra una vida, sobre todo cuando se asoma en su florecer, como en el caso del niño de la viuda de Sarepta o del joven hijo de la viuda de Naín. A todos nos resulta espontáneo exclamar frente a la inevitabilidad de la muerte las mismas palabras de la viuda de Sarepta: “¿Qué hay entre tú y yo, oh muerte?”. Efectivamente, no puede haber nada en común entre la vida y la muerte: una es negación de la otra. Así que, sólo en una perspectiva cristiana de la fe absoluta e inquebrantable en el valor inagotable de la vida humana, en la resurrección final del cuerpo y en la vida eterna en Dios, la muerte puede llegar a ser aceptable y deseable. Por lo tanto, exclamemos desde ahora y cada día, con el profeta Elías: ¡” Oh Señor, mi Dios, que la vida vuelva a mi cuerpo”! Pero sobre todo: “¡Señor, mi Dios, que la vida del alma no se pierda jamás!”
Solemnidad Del Corpus Christi
Yo soy el pan vivo que descendió del cielo, el que come este pan vivirá eternamente.
Lecturas: Génesis 14,18 20; Corintios 11,23+26; Lucas 9,11 17.
1 - El gran sacramento - La Eucaristía es el magnífico resultado del Amor infinito de Cristo por nosotros: sangre de misericordia, agua de verdad, pan de una presencia continua que nos nutre y da fuerza, invitación y compromiso de estar unidos en su amor: “¡Oh misterio de amor!¡Oh signo de unidad! ¡Oh vínculo de caridad! Quien quiere vivir, tiene dónde vivir, tiene de qué vivir. Acérquese, crea, incorpórese para ser vivificado. Sea bello, sea proporcionado, sea sano, adhiérase al cuerpo; de Dios viva para Dios (S. Agustín, Tr. Ev. Jn 26,13).
Solemnidad De La S. Trinidad
Todo lo que tiene el Padre es mío. El Espíritu recibirá de mí lo que les diga.
Lecturas: Proverbios 8,22 31; Romanos 5,1 5; Juan 16,12 15.
1 - Un prejuicio – Muchos piensan en la Trinidad como a un dogma impenetrable o, peor aún, como a un tabú del que es mejor no hablar. ¡Existe y basta! Nada puede ser más absurdo. ¿Hay algo más fácil de entender y más hermoso que un DIOS-FAMILIA? Es claro que este término se debe aplicar a la Trinidad con todas las debidas distinciones, pero debemos darnos cuenta de que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. La Trinidad es todo esto: un PAPÁ (el Padre), un HIJO (la Palabra), un ESPOSO (el Espíritu Santo) que se aman con un único, idéntico y perfecto amor. Son, pues, tres que se aman, ¡pero con un sólo amor!