Bautismo Del Señor

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 8 January 2015

gialloJesús vio que los cielos se abrían y que el Espíritu Santo descendía sobre él como una paloma

Lecturas: Isaías 42, 1‑4.6‑7; Hechos 10, 34-38; Marcos 1, 7-11.                      

1 – Los cielos abiertos – En la orilla del río Jordán se encuentran el cielo y la tierra: Dios y el hombre. Jesús, la Palabra hecha carne, haciéndose bautizar por Juan el Bautista, se sumerge en el río de la historia y de las miserias humanas para hacerlos suyos; sale así un hombre nuevo, recreado a imagen de Dios, en la santidad de la verdad. De lo alto de los cielos se oye la voz del Padre y se ve el Espíritu Santo posarse sobre de Él como paloma de paz: “Éste es mi Hijo amado: escúchenlo”. Jesús vino realmente como mediador para transmitir el mensaje de Dios y hacer las paces entre cielo y tierra.

2 ‑ Agua y fuego – Juan el Bautista exclama: “Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo”. Con la Epifanía empieza Pentecostés. El fuego del amor de  Dios es el Espíritu Santo, que quema el pecado y regenera la mente y los corazones de los hombres; es el don supremo de Jesús en la cruz y en el cenáculo de la Resurrección. De su corazón lacerado fluye la sangre del amor y el agua de la misericordia: un bautismo de muerte al pecado y resurrección a la verdadera vida del hombre, que es el amor a Dios y al prójimo.

3 ‑  El Bautismo – Es el sacramento de la generación de un hombre, liberado del pecado original a la vida de Dios. Es un don, pero también  una responsabilidad y un compromiso constante, para que cada uno recupere la plenitud de la libertad, siempre amenazada por la inclinación al mal. El bautismo nos hace nuevas criaturas, llamadas a ser Jesús en toda su infinita perfección divina y humana. Ésta es la simple pregunta que debemos hacernos hoy: ¿vivo así “mi” bautismo, de modo tal que me hace hombre libre,  hijo de Dios, hermano de todos los hombres, o es solamente un ritual,  una costumbre exterior?

4 ‑ La liberación – El profeta Isaías nos presenta a Jesús como el Siervo de Dios, que abre los ojos a los ciegos (sin la luz de la verdad), hace salir de la cárcel a  los prisioneros (privados de libertad espiritual) y de la reclusión a los que habitan en las tinieblas (porque separados o aislados de los demás). Tres son las consecuencias del pecado original, la elección  que todo hombre puede hacer de vivir excluyendo completamente de su vida a Dios ya los demás, condenándose a la peor soledad: contar  sólo en sí mismos, violando la naturaleza e inventándose  la ley de comportamiento. El don de la libertad es la capacidad de pasar de la naturaleza caída, víctima del mal, a la vida nueva de hijos de Dios. La liberación interior del hombre es el  mayor problema.

5 – Hijos y hermanos – El bautismo nos devuelve a un Padre y a muchos hermanos. ¡Sentirnos y ser realmente hijos y herederos, poder llamar cariñosamente a Dios: Papá, con ilimitada confianza y familiaridad! He aquí el nuevo clima que realmente libera del miedo y de la angustia de mirar a Dios como a un cielo silencioso u hostil, cerrado al grito de ayuda. En cambio, ¡yo siempre puedo contar con un Padre infinitamente bueno, comprensivo, sabio y providente! Esta fe ilumina toda relación humana y la llena de significado: novios, esposos, padres, hijos, hermanos, amigos y enemigos, colegas, cercanos y lejanos. Y por lo que también en la Iglesia: “Nadie puede decir que ama a Dios como Padre, si no reconoce a la Iglesia como Madre” (San Agustín).

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