Bautismo Del Señor

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 8 January 2016

giallaTú eres mi hijo amado, en quien tengo puesta toda mi predilección

Lecturas: Isaías 40,1‑5.9-11; Tito 2,11-14; Lucas 3,15-16.21‑22.

1 – El bautismo de Jesús – Es en primer lugar una presentación de la figura y la obra de Jesús: “Tú eres mi Hijo amado, en quien tengo puesta toda mi predilección” – “He aquí mi siervo a quien yo sostengo, mi elegido en quien se complace mi alma”. Por lo que se convierte en el primer anuncio oficial y solemne de la divinidad de Jesús: Hijo de Dios y Siervo del Señor, consagrado a la salvación de la humanidad. Él ha venido “para que se cumpla toda justicia por medio suyo”, es decir, el restablecimiento en el corazón de todos los hombres de la perfección infinita de Dios, violada por el pecado de Adán y Eva y de sus descendientes. Todo esto se llevará a cabo en la cruz, en su Sangre, signo del Amor justo y misericordioso de Dios: “Él los bautizará en Espíritu Santo y fuego”. El punto de conexión entre la justicia y la misericordia es la piedad.

2 - Carácter de la misión de Jesús – Por una parte Él se presentará con la mayor dulzura, comprensión y misericordia ("no alzará su voz, no quebrará la caña cascada ni apagará la mecha que arde débilmente”), y por otra parte con firmeza valiente defenderá el derecho de los pobres y de los perseguidos (“afirmará el derecho delante de todos, pagando en persona”). Además, su misión tendrá un carácter universal: “He puesto mi espíritu sobre Él: dictará ley a las naciones”.

3 – Nuestro bautismo – Logra tres efectos espirituales: a) la redención de todos los hombres del pecado original y de la esclavitud del mal (“pasó haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él”), b) genera el hombre a la vida de Dios (“bauticen a todas las naciones en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”); c) une a todos los hombres al cuerpo de Cristo que es la Iglesia (“ha venido a crear un sólo pueblo de los dos pueblos”). Por lo tanto dona una gracia triple: no cometer más el mal, vivir con Jesús y como Jesús, ser una parte viva del cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Ésta es la primera catequesis de San Agustín a los nuevos bautizados: “Gocen y estén alegres, porque ya no son sólo simpatizantes de Cristo, más se han convertido en el mismo Cristo” (Tratados sobre el Evangelio de San Juan 26).

4 – Puntos concretos – Nuestro bautismo no debe ser un hecho lejano y descolorido, aceptado como una cuestión de hecho, en el cual todavía no hemos entrado directamente. Es como la vida y todas sus implicaciones, un don gratuito que debe ser recibido conscientemente y hecho madurar en la colaboración personal con la gracia de Dios: la cual es necesaria para el hombre y obra siempre en su corazón para liberarlo del mal y hacerlo crecer en el bien. El primer compromiso es trabajar con Dios para preservar intacto el don de la libertad, luchando contra la concupiscencia o atracción al mal que se produce dentro y fuera de nosotros. El segundo objetivo es: apoyar la acción del Señor que nos ha dado a cada uno una misión específica para el bien de todos, sin echarse atrás. La situación actual del mundo llama a cada uno a dar lo mejor de sí en la familia, en la escuela, en el ambiente de trabajo, o en la parroquia.             

5 - Punto débil – Lamentablemente muchos padres no explican tempranamente a sus hijos que forman parte de un cuerpo que es la humanidad entera. Los educamos a ser “buenos” individualmente y no a amar a todos sin exclusión de ninguno. El bautismo es justamente el sacramento que nos inserta en una familia universal: la Iglesia. Agustín sencillamente la llamaba: ¡la Católica! Frente a esta realidad, ¿Se pueden todavía justificar ciertas actitudes de los cristianos, que viven su vida en forma privada, y dicen más o menos así: yo creo, pero no voy a la Iglesia porque me molesta la gente; yo cumplo con mi deber, pero no quiero interferir en los asuntos ajenos?

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