Décimo Séptimo Domingo Del Tiempo Ordinario

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 24 July 2014

verdeEl reino de los cielos es como el dueño de una casa, que de lo que tiene guardado saca tesoros nuevos y viejos.    

Lecturas: I Reyes 3, 5.7 12; Romanos 8, 28-30; Mateo 13, 44 52.                      

1 - Salomón – El joven rey, apenas elegido, no le pide a Dios una vida larga o riquezas o la muerte de sus enemigos, sino simplemente un corazón comprensivo y lleno de discernimiento para juzgar. El Señor lo escucha. También la recta fe enseguida orienta al creyente a pedir en la oración el bien supremo y la capacidad de apreciarlo y descubrirlo: 'Oh! Padre - ruega la Iglesia en la colecta litúrgica - concede el discernimiento del Espíritu, para que sepamos apreciar entre las cosas del mundo, el valor inestimable de tu reino, listos a toda renuncia para adqurir tu don.'

2 - El tesoro escondido – Cada creyente es como el agricultor que tropieza accidentalmente con un tesoro oculto, o el mercader de perlas preciosas que, inesperadamente, se encuentra con una perla de mérito incomparable. Ambos están dispuestos a vender todo (no a malvender ni a regalar ...) ¡para adquirirlo ¿Cómo no pensar en Agustín, el que ha buscado, ha buscado siempre, hasta que no ha encontrado el tesoro de su vida? Estas son algunas de las elevaciones, extraídas de sus Confesiones: “Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”. “Si yo te busco, Señor, es para encontrarte, y si te encuentro es para buscarte más aún”. “Te deseo, Justicia; junto a ti una profunda paz y una vida imperturbable”. “Quien entra en Ti no tendrá temores y se encontrará sumamente bien en el Bien Altísimo”.

3 - La perla preciosa – Jesús en esta parábola alude a la conquista del Reino de los cielos, que es el bien supremo que debemos lograr a toda costa: “¿ De qué sirve ganar el mundo entero, si luego se pierde el alma? Sólo una cosa es necesaria: ¡salvar el alma!”. El mayor bien del alma es Dios y la vida eterna: para conquistarlos se debe amar a Dios con todo el corazón y al prójimo como a sí mismos. Para lograr este objetivo, es necesario “vender todo”, es decir consagrar toda la libertad, todo el tiempo disponible, todas las fuerzas. Tenemos que estar dispuestos a renunciar a todo lo que no es esencial: “Ve, vende todo lo que tienes, dalo a los pobres, luego ven y sígueme”.

4 - La red - Jesús, con la imagen de la red quiere aludir a la llamada de la salvación, que se ofrece a todos por igual. Conocemos bien el pensamiento de Agustín: “El Señor en uno llama a todos y -tarde o temprano- llama a todos”. La vida es así, como una red que está siendo constantemente echada para que todos puedan entrar y salvarse. Pablo describe los momentos clave de la llamada: “Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó, también los llamó; también los justificó; también los glorificó”. ¡Con esta corta vida estamos jugándonos la eternidad! Debemos estar siempre alerta para aprovechar la oportunidad enseguidav- y todas las ocasiones - porque no se repetirán nunca más. Entre las muchas cosas posibles, elijamos siempre las mejores. ¡Es por eso que somos libres!

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