XVII Domingo Del Tiempo Ordinario

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 24 July 2015

verdeRecogieron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes    

Lecturas: II Reyes 4, 42‑44; Efesios 4, 1‑6; Juan 6, 1‑15.                      

1 – Los panes de cebada – El profeta Eliseo cumple el milagro que un día Jesús repetirá amplificándolo: multiplica veinte panes de cebada para cientos de personas. Se trató de panes, que fueron ofrecidos “como primeros frutos” al hombre de Dios y, como tales, bien podían ser donados a personas hambrientas: “Dáselo a la gente para que coman –dice el profeta- porque así habla el Señor: Comerán y sobrará”. La historia está llena de este tipo de gestos divinos: Dios provee para todos en abundancia, utilizando sobre todo la generosidad de los buenos. Pero un milagro diario de dimensiones planetarias tiene lugar ante nuestros ojos, mientras que nos demos cuenta: el grano se convierte en espiga, la espiga se convierte en el pan que alimenta a miles de millones de personas ...

2 – El hambre – Por un lado tenemos el hambre del mundo, por el otro la infinita bondad de la Providencia de Dios. El pan que se multiplica cada día es un signo del amor de un Padre para todos sus hijos. Pero Jesús desea la colaboración de todos: un niño ofrece cinco panes y dos pescados y los apóstoles distribuyen la comida multiplicada a miles de personas y al final recogen doce canastos con los panes que sobraron. Todos estos gestos indican claramente que el pan deba ser compartido: si cada uno ofrece lo que tiene, se puede lograr el “milagro del compartir”, lo que sería suficiente para dar de comer a todo el mundo.

3 ‑ Otro pan – Jesús no ha venido entre los hombres para darles sólo el pan del cuerpo. También hace eso. Pero a Él le interesa el “alimento que no perece”, su Palabra de  verdad, la luz de la que tiene hambre el espíritu del hombre. La multiplicación de los panes entonces es un signo de otra multiplicación, que ocurre todos los días en todos los altares del mundo: la Eucaristía. Este pan que desciende del cielo es Él  en persona; el que come  este pan nunca tendrá hambre y no morirá jamás, más bien, vivirá para siempre. El ministerio de los apóstoles es justamente el servicio que multiplica la Palabra y el Pan del espíritu: ¡Cristo!

4 ‑ Otro cuerpo – La Eucaristía es pan, que se convierte en signo del Cuerpo de Cristo. Por lo tanto, quién lo recibe entra a hacer parte del Cuerpo mismo de Cristo: un "cuerpo" que resulta de la unión de Jesús, Dios hecho hombre, con todos los hombres. Come realmente de ese pan quien quiere ser parte del Cuerpo de Cristo, quien ama y busca la unidad en la Iglesia: “Hermanos - nos dice Pablo - los exhorto a comportarse de una manera digna de la vocación que han recibido... sopórtense mutuamente por amor. Traten de conservar la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida. hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo (Carta a los Efesios)”

5 ‑ Puntos concretos – a) Todo don de Dios debe ser compartido con todo el mundo para que no haya más desequilibrio entre los que tienen mucho y los que no tienen nada. Démos generosamente lo poco o mucho que tenemos y que somos. b) El trabajo  más urgente es la construcción de la unidad dentro de la Iglesia y con el mundo. Echemos con humildad y constancia las semillas de simpatía, respeto, estima, ayuda, apertura hacia todos. Todo lo demás llegará de por sí. Recordemos también un principio práctico: ¡No a lo mucho de pocos, pero sí a lo poco de todos!

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