XVII Domingo Del Tiempo Ordinario

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 24 July 2016

verdePidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá la puerta

Lecturas: Génesis 18, 20 32; Colosenses 2, 12 14; Lucas 11, 1 13.

1 – Cincuenta, treinta, diez – La oración, tan audaz e inteligente que Abraham hace a Dios es para tratar de salvar in extremis a Sodoma y Gomorra, las dos ciudades corruptas del Mar Muerto: “Señor, tal vez se encuentren sólo diez - Aun por esos diez no la destruiré”. En ese caso, lamentablemente, no se encontró ni siquiera un justo, y las dos ciudades fueron destruidas por el fuego para siempre. Nosotros por suerte podemos seguir así la oración de Abraham: “Señor, por amor del único justo que es Cristo, tu Hijo y nuestro hermano, ¡no destruyas el mundo!” Y, una vez más, estamos seguros de ser escuchados para que las Sodoma y Gomorra modernas se arrepientan y se salven.

2 – El Amigo divino – Jesús, para asegurarnos que Dios escucha siempre y a todos, inventa la parábola del amigo importuno que tiene el coraje de bajar de la cama, a  medianoche, al jefe de la familia para pedirle tres panes: “porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama a la puerta, se le abre”. La conclusión es obvia: siempre hay que pedir, sin cansarse nunca, la ayuda de Dios y del prójimo. ¡Necesitamos de todos para poder ayudar a todos!

3 - ¿Qué cosa pedir? – El Evangelio también responde a esta pregunta: “Cuando oren, digan: “Padre nuestro”. Y las cosas más importantes que pedir con la oración que nos enseñó Jesús son éstas: el amor del Padre y de los hermanos, su voluntad hecha para el bien de todos, nuestro pan de cada día (para el cuerpo y el espíritu), el perdón (recibido y otorgado) de los pecados y de toda deuda, la liberación de la tentación y del mal. Esta oración sublime, que solamente Jesús podía inventar, expone estas necesidades en un lenguaje tan sencillo y universal, que la puede hacer cualquier persona, incluso un ateo o un no cristiano. ¿ Será el "Padre Nuestro", la plataforma común y esencial, en la que estarán de acuerdo todos los hombres?

4 - ¿Con quién pedir? – Nuestra oración, para ser absolutamente eficaz, debe hacerse en unión con la de Jesús. Es por eso que Jesús dice: "Padre nuestro" y no “Padre mío". Ahora, incluso cuando estamos solos, en realidad somos al menos dos: Jesús y yo. Entonces debemos acostumbrarnos a rezar siempre con esta intención: “Señor, tengo la intención de rezar y ofrecerme por las mismas razones que ora y se ofrece Jesús”. En este modo, oramos de la mejor manera y estamos seguros de ser escuchados.

5 - La oración – San Agustín sugiere una definición hermosa de la oración: “Rezar no significa hablar, pero desear. Quien siempre desea, siempre reza. ¿Cuándo se adormece tu oración? Cuando se enfría tu deseo” (Serm. 80,7). Aprendemos a rezar con los deseos que brotan del corazón. No sólo son el resultado de nuestra vida interior, pero la inspiración del Espíritu Santo, sus "gemidos inefables" con los que ora sin cesar en nuestros corazones al Padre que está en los cielos junto a Jesús. 

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