La Sagrada Familia

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 27 December 2014

gialloEl niño iba creciendo lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con Él    

Lecturas: Génesis 15, 1-6. 21,1-3; Hebreos 11, 8.11-12.17-19; Lucas 2, 22,40.                      

1 - De Adán y Abraham, a Cristo – La vocación del hombre y la mujer tiene su cumplimiento natural en la formación de una familia, donde se convierten en una cosa sola para siempre. De esa unión también viene el don de la paternidad y de la maternidad, que se perpetuará para siempre. El Señor lo confirma a Adán y Eva después del pecado original, y a Abraham después de la prueba de ofrecer en sacrificio a su hijo Isaac: “Mira hacia el cielo y si puedes, cuenta las estrellas. Así será tu descendencia” (Génesis 22:17). En el hijo Isaac, que Abraham recibe como resultado de su fe heroica en Dios, está representado Jesús, el Hijo de Dios que se hizo hombre para salvarnos. Esta “descendencia” a través de Jesús continúa también hoy y siempre en la familia de la Iglesia, madre fecunda de todos los hijos redimidos por Cristo.

2 – La santa Familia – Cuando Dios creó a Adán, dijo: “Hagamos el hombre a nuestra imagen y semejanza” (Génesis 1:27). Casi parece ser testigo de ese “consejo de familia”, en el que el Padre pide al Hijo y al Espíritu Santo lo que hay que hacer. Esto explica la doble imagen y semejanza del hombre con Dios. De hecho, su alma espiritual es similar a la naturaleza espiritual de Dios y funciona según un modelo trinitario: la mente que piensa (el Padre), el pensamiento-hijo de la mente (el Verbo), el acto de voluntad o amor (el Espíritu Santo). Además, el hombre y la mujer no están hechos para vivir solos, pero en una familia, que en cierta manera se puede definir “una pequeña Trinidad”: un padre, una madre, un hijo (otra imagen trinitaria). Y la familia, en el proyecto de Dios, esencialmente es una “comunidad de vida y amor”, según la hermosa definición del Concilio Vaticano II. Precisamente por esta razón, el Hijo de Dios quiso hacerse hombre eligiéndose una familia en la tierra: José, María y Jesús. Las virtudes divinas y humanas de las tres personas de la familia de Nazaret se vuelven naturalmente el modelo de la familia cristiana.

3 – Nuestras familias – Hechemos ahora una mirada en la realidad actual, y por desgracia vemos la coexistencia de dos modelos muy diferentes de familia: el cristiano que nace de la ley de la naturaleza y del sacramento del matrimonio (único e indisoluble, abierto al valor sagrado de la vida, donde los padres son los testigos y los primeros educadores de la fe y de las virtudes de sus hijos), el laico que sigue los dictados de la cultura y de la moralidad corriente, muy complacientes en materia ética y religiosa (divorcio, aborto, convivencias, uniones homosexuales, testamento biológico, libertad absoluta en la vida de pareja y en materia educativa). Debemos reconocer que también en Italia ya las “parejas irregulares” son la mayoría. Evidentemente ha faltado una verdadera educación para la vida humana, cristiana y matrimonial, que presupone la aceptación de dos verdades fundamentales: la vida como don total de sí mismo, la comunión perfecta y definitiva de vida entre los cónyuges. Recuerdo a tal propósito la confesión de una joven, que se había separado después de un año de matrimonio: “Queríamos seguir haciendo la vida de antes”. Este testimonio explica en gran medida la crisis de la familia de hoy y de qué lado tenemos que trabajar con los jóvenes que se preparan a la vida y al matrimonio.

4 – Una misión fundamental – En resumen ésta es la doctrina del Catecismo de la Iglesia Católica: a) La familia es la célula originaria de la sociedad humana, y precede cualquier reconocimiento de parte de las públicas autoridades; b) los principios y valores de la familia son la base de la vida social; c) la vida familiar es una iniciación en la vida social; los derechos y obligaciones son recíprocos: marido-mujer, padres-hijos, cada uno con su propio papel y en armonía con el todo. El llamado “pietas familiare” es el conjunto de todas las virtudes e incumbencias domésticas. En la autoridad y en el magisterio educativo de los padres se refleja la autoridad y el magisterio de Dios y la Iglesia. El papel educativo de los padres es triple: ejemplo de armonía y de vida cristiana, oración y catequesis. Los padres no son los dueños de los hijos, por lo que deben prepararlos para conocer y seguir su vocación en la vida. Una familia cristiana es necesariamente abierta a la vida de la Iglesia y de la sociedad civil. Pues, de aquí comienza el nuevo futuro de la sociedad humana.

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