Santa María Madre De Dios

Posted by Padre Eugenio Cavallari on

gialloDios envió a su Hijo, nacido de una mujer, para hacernos hijos adoptivos

Lecturas: Números 6, 22 27; Gálatas 4, 4 7; Lucas 2, 16 21.                      

1 - La Madre – En la octava de Navidad, la atención de la Iglesia se fija en María, la joven mujer que concibió en la fe y generó virginalmente al Verbo de Dios, nuestro Salvador: “El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”(Evangelio). Esta expresión supone un aspecto personal e íntimo, pero también un aspecto externo y social. En efecto, ya que la “carne humana de Dios” es cada hombre, María es también la madre de todos los hombres. Pero la experiencia de la maternidad de María también revela otro aspecto igualmente importante, que nos involucra: todos estamos llamados a engendrar interiormente al Verbo de Dios, es decir, a la misma Vida de Jesús, Dios y Hombre-Dios: “¿Quién es mi madre, y quienes son mis hermanos? Pues mi hermano, mi hermana y mi madre son los que hacen la voluntad de mi Padre” (Evangelio). Sí, todos los hombres están llamados a ser en su corazón “madre”de Dios, ¡ya que lo recibe y lo dona a los demás!

2 - La familia – Así que alrededor de la Madre María y de José, están el Hijo primogénito -Dios hecho hombre- y muchos otros hijos en la Vida de Dios: “Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, para hacernos hijos adoptivos. Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios infundió en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo" ¡Abba!, es decir, ¡Padre!” (San Pablo). Todos, en efecto, somos miembros de la única familia de Dios sobre la tierra y en el cielo: la Iglesia Católica. Ella realmente es la nueva familia de Dios, a la cual pertenecen de derecho los hombres; ella está surgiendo en el mundo a imagen de la Familia trinitaria, formada por todos los pueblos de la tierra como si fueran un solo hombre. Y todas nuestras familias individuales son una pequeña Iglesia doméstica, una célula de un todo.

3 - La paz – Tradicionalmente, el primer día del año es el “Día de la Paz”. Hoy el augurio del Apóstol Pablo es éste: “Que gobierne en sus corazones la paz de Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo”. La verdadera paz del corazón es el don navideño más precioso de Jesús: la paz nace con él y se perfecciona en su sacrificio en la cruz, porque le consigue al hombre el perdón divino. Y justamente, con el perdón de Dios se restauran plenas relaciones pacíficas de confianza, estima, respeto y colaboración. En efecto, la paz es el resultado final de todos los verdaderos valores de la vida: la verdad, el amor, la justicia, la unidad. La paz otorga o devuelve a cada uno lo “suyo”, es decir, la dignidad de hombres libres y responsables, y crea luego una nueva comunión entre los corazones, de otro modo divididos por el egoísmo personal. No se puede construir esta paz, si no tenemos en el corazón sentimientos de humildad, misericordia y bondad; de mansedumbre, paciencia y acogida hacia todo. Así se encamina un nuevo proceso de convivencia humana pacífica, que promueve eficazmente el progreso espiritual y social, y elimina las “bolsas de marginación” (los pobres, los ancianos, los discapacitados, drogadictos, presos, explotados).

4 - Un año nuevo – A pesar de la crisis mundial, le damos la bienvenida con tanta confianza como don y gracia de Dios. Siempre y sólo Él es quien gobierna con sabiduría y providencia el flujo de la historia y sostiene todas las decisiones humanas. Que este año esté lleno de gracia y de verdad para todos: “Que el Señor te bendiga y te proteja. Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz” (Números). Este sentimiento de fe en Dios fortalece la esperanza y refuerza nuestra confianza en el futuro. Miremos siempre al bien que, día a día, en silencio crece y crece ... Los honestos son siempre la mayoría silenciosa y fuerte del mundo. En los últimos años, ya se han conseguido muchos resultados excelentes, y otros vendrán. Pero es indispensable que todos colaboren con gran empeño. Los problemas se resuelven con la constancia, la continuidad, la participación de todos: “¡No lo mucho de pocos, sino lo poco de todos!”

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