Natividad De Nuestro Señor

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 23 December 2013

gialloGloria a Dios en las alturas,y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad    

Lecturas: Isaías 9, 2‑4. 6‑7; Tito 2, 11‑14; Lucas 2, 1‑14.                      

1 – Nuestra Natividad-  Una vez más nos asomamos a la gruta de Belén, fascinados por la bondad infinita de Dios que no deja de amarnos y ayudarnos, pero también oprimidos por la dramática situación actual del mundo. No podemos limitarnos a mirar y admirar al Niño Jesús en el pesebre: es tiempo de arrodillarse junto a Maria y José para adorar, pedir perdón y hacernos un corazón nuevo. ¿Cómo? Con los tres valores que aquel Niñito idefenso nos presenta, que nos desarma con su humildad dócil, su total obediencia y su amor misericordioso.

2 –Una gran luz - El profeta Isaías anuncia una luz radiante para toda la humanidad: 'Un niño ha nacido para nosotros, nos ha sido dado un hijo.' La luz consiste justamente en ésto: Dios nos ama todavía como hijos suyos, tanto que permite que  su Hijo divino se convierta  en hombre: ¡en hombre que toma su humanidad de cada hombre! Aquel Niñito es al mismo tiempo su Hijo y nuestro hijo. ¿Por qué? He aquí la única respuesta plausible: un verdadero padre no puede olvidarse nunca  de sus hijos, aunque si los hijos se han olvidado de Él. Así Dios será siempre nuestro Padre, a pesar de todo; y por eso sigue y seguirá cada día salvando a los hombres, liberando a cada hombre del peso insoportable de sus ídolos, de toda forma de esclavitud y de  impotencia. Su papel consiste en esto: 'Consejero admirable, Dios fuerte, Padre del mundo que viene, Príncipe de la paz.'

3 - Las otras pruebas – Mirémosnos alrededor. Cuántas almas buenas y queridas nos han transmitido y nos donan con sencillez la calidez del amor de Dios; cuánto bien vivifica todavía y silenciosamente la esperanza de los débiles; cuánto sacrificio y abnegación de corazones, muchas veces de gente pobre, humilde, enferma, honesta; cuánta fuerza, que siempre vuelve a surgir, para luchar y vencer una vez más las pruebas de la vida; cuánta acción de la verdad, del progreso humano, dones de todo tipo; ¡cuánto gestos de reconciliación y comprensión, que restablecen continuamente la concordia y la serenidad en los corazones! Ésta es la verdadera Navidad de todos los días, donde cada uno tiene que sentirse parte activa.

4 -La prueba más grande - ¡Ciertamente es Él! Si no nos amara por primero y para siempre, no habría predicado ni practicado el amor con el perdón. Desde la cuna a la cruz, Jesús nos dona a todos el amor infinito de Dios. Y ya que el amor siempre es una persona y un hecho concreto, Él nos habla con su vida y su muerte, asegurándonos que todos los hombres en el cielo tienen un Padre y sobre la tierra tienen  una Madre: la Iglesia. En efecto, Jesús ha nacido por  primera vez en el corazón de María y en el corazón de la Iglesia ha nacido muchas, muchísimas veces: desde el bautismo hasta el último instante de nuestra vida. Porque Jesús ha venido para transformar la humanidad en una sola familia, más bien, en un sólo hombre: en Él. La lección de vida, que nace en Belén y muere y resucita en el Calvario, es también hoy actual y urgente como nunca.

5 - Gloria...paz – El canto de los ángeles, que resuena desde el Paraíso sobre los pastores, es la revelación que sintetiza perfectamente el programa de la Navidad. El binomio gloria y paz se sostiene sobre la verdad más consoladora para el hombre: ¡Dios nos ama a todos y para siempre! Hoy también tenemos mucha necesidad de sentirnoslo decir, porque la soledad, el desaliento y la maldad en el mundo tienen origen en una trágica convicción: pensamos que Dios no nos ama o que nos ama muy poco. ¿Y como se llega a esta convicción? Cuando 'los otros' -y a veces son los que están más cerca nuestro-  nos descuidan o nos abandonan. Pues a Belén nace ahora una consigna para todos nosotros: llevar el amor de Jesús a los demás.

6 - Puntos concretos – a) Consideremos la fe como un regalo de amor de parte de un Padre que no nos deja nunca, que nos perdona siempre y que nos conduce con sabiduría; b) las relaciones con los otros no tienen que ser formales (de 'favores'), pero señales auténticas de amor; c) espíritu de tolerancia, abertura, universalidad para construir la paz en la familia, en la Iglesia, en la sociedad; d) capacidad de ver el bien antes que el mal, subrayándo las buenas cualidades de los otros; e) asumir la iniciativa en el propio campo de acción: los problemas se solucionan juntos.

¡Feliz Navidad en el Señor!

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