Octavo Domingo del Tiempo Ordinario

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 27 February 2014

verdeNadie puede servir a Dios y al dinero – Busquen primero su Reino y su justicia .    

Lecturas: Isaías 49, 14 15; 1 Corintios 4, 1 5; Mateo 6, 24 34.                      

1 - La Madre – El profeta Isaías presenta a la Providencia divina como a una madre que no abandona por un instante a sus pequeños: “¡Pero aunque si una mujer se olvidara, yo no te olvidaré!” También Jesús lo asegura: “El Padre vuestro que está en los cielos sabe bien lo que necesitan”. Esta fe, sin embargo, requiere de tres actitudes de nuestra parte: a) pedir la ayuda de Dios con una oración ferviente; b) hacer todo lo posible para procurarnos lo necesario; c) ayudar siempre a los necesitados.

2 - La precedencia – Hay cosas más importantes que la comida, el vestido, el dinero: 'Buscad primero el reino de Dios y su justicia y todas estas cosas os serán dadas por añadidura.' Es el eterno dilema: dar la precedencia a los valores del espíritu o a los valores de la materia. Otros, quizás la mayor parte, querría conciliar ambas cosas.

3 - La respuesta – “No podéis servir a Dios y al dinero”. Este principio comporta algunos criterios de valor: a) dar a las cosas su justo valor como medio y no como fin, b) eliminar las necesidades artificiales, el comfort excesivo, el consumismo, el derroche; c) vivir una vida más rica desde el punto de vista espiritual e intelectual. Hay demasiadas personas que se prostituyen por dinero, se venden y se malvenden, sacrificando la conciencia, la salud, la dignidad, la familia, el trabajo... Otros, y son pocos, aceptan ser marginados, con tal de no prostituirse ni de aceptar compromisos deshonrosos. ¡Dios y el dinero no pueden coexistir, ni tampoco la conciencia del hombre puede admitir contradicciones!

4 - Dios y el hombre – Creer en la Providencia significa también, sentirnos 'administradores' y no dueños de la vida. Efectivamente, Dios sólo nos ha dado en gestión todos los bienes de la creación y de la redención: “Hermanos, Los hombres deben considerarnos simplemente como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. ”. Administramos los misterios más altos; ¡hasta administramos a Dios y al alma! Sí, administramos nuestro espíritu, nuestro cuerpo, los hechos de la vida, las relaciones con los demás, decidiendo para el tiempo y para la eternidad... Dios mismo nos ha confiado: Su Palabra, Su Cuerpo, todos sus dones.

5 - El porvenir – “No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción”. Vivimos momentos muy difíciles, donde no faltan las preocupaciones ni las inseguridades respecto al presente y al porvenir. Todos nos preguntamos: ¿qué sucederá, qué será de nosotros? El porvenir es de Dios. No nos preocupemos, pero tomemos a pecho la situación para mejorar la calidad de nuestra vida y la de los demás. También los aludes... ¡abren nuevas sendas de salvación!

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