Cuarto Domingo De Adviento

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 19 December 2013

violaLa virgen concebirá y dará a luz un hijo que será «Dios con nosotros»    

Lecturas: Isaías 7, 10 14; Romanos 1, 1 7; Mateo 1, 18 24.                      

1 - El signo de Dios - El profeta Isaías nos presenta a María como el centro de todas las obras de la salvación, de todos los gestos o signos que anuncian al Salvador: “Dios mismo les dará un signo. He aquí: la virgen concebirá y dará a luz a un hijo, que llamará Emanuel: Dios con nosotros”. María es la criatura que por vocación divina es 'término fijo de eterno consejo' (Dante). Lo es desde siempre y lo será cada vez más.

2 - ¿Por qué una Madre? - La presencia de una virgen madre en el mistero de la Encarnación destaca la intensidad de una relación de amor entre Dios y los hombres y viceversa. Dios ama al hombre con toda la ternura de una madre, el hombre es llamado a amar a Dios como un hijo ama a su madre. María es el signo grandioso de este amor que nace en Navidad. Preguntémosnos si esta relación no nos lleva a amar a todos, no sólo como hermanos, sino también como hijos. La maternidad espiritual de la Iglesia es el resultado del amor materno de todos nosotros. Entonces son tres las madres: Dios, María y la Iglesia

3 - Dos planes - Sería menospreciar este papel de amor de la criatura si limitáramos la maternidad de María al plano físico: una pura prestación de sangre materna. La maternidad de María es sobre todo espiritual. Ella quiso tanto a “su” Dios de entrar en una relación nupcial con el amor infinito; de hechos concibe por obra del Espíritu Santo: “La fe en la mente de María - dice Agustín - Cristo en el seno de María”. El Verbo, pues, primero se encarnó espiritualmente en la mente y en el corazón, luego se hizo carne en el seno de María.

4 - Muchas madres - Esta encarnación maravillosa del Verbo de Dios continúa en cada hombre que acoge en la fe el amor de Dios. A este punto se puede decir que el hombre, de algún modo, se vuelve “madre” de Dios. Entonces, lo que le ha ocurrido a María es un signo de lo que le sucede al alma fiel. Y es justo Jesús en el Evangelio que lo revela: “He aquí mi madre y he aquí mis hermanos, porque quien hace la voluntad del Padre mío que está en los cielos, éste es para mí mi hermano, hermana y madre”.

5 - Puntos concretos - Todo el discurso cristiano podría reducirse a este único punto: el amor que el mundo necesita es el amor de la madre por su hijo. ¡Efectivamente, a nosotros se nos pide de amar a los otros como si fueran nuestros hijos! Los pobres, los marginados, las personas solas...sentirían de nuevo el calor de su madre y comprenderían que Dios es Emanuel, es decir, Dios-con-ellos.

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