Cuarto Domingo de Cuaresma

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 27 March 2014

violaYo he venido a este mundo para juzgarlo, para que los ciegos vean, y los que ven se queden ciegos.    

Lecturas: Samuel 16, 1b 13a; Efesios 5,8 14; Juan 9,1 41.                      

1 - Abrir los ojos – El milagro del ciego de nacimiento es ejemplar, ya que pone de manifiesto dos tipos de ceguera: la involuntaria y sin culpa (que es la incapacidad física de ver la luz) y la voluntaria y culpable (que es el rechazo de la luz y de la evidencia de la verdad). Los verdaderos ciegos, según Jesús, no son los no videntes, sino los que piensan que ven y saben todo, porque piensan que son infalibles y perfectos:: “Si ustedes fueran ciegos, no tendrían culpa de sus pecados. Pero como dicen que ven, son culpables.”

2 - La presunción – Está a la base de todos los errores humanos, especialmente del pecado de Lucifer y de Adán y Eva. De hecho, si uno está convencido que nunca se equivoca, se excluye a sí mismo la posibilidad de verificar sus acciones y de corregirlas. De esta manera, no es capaz de auto-crítica y de recibir ayuda de parte de los demás: “Ustedes antes vivían en la oscuridad, pero ahora, por estar unidos al Señor, viven en la luz. No compartan la conducta estéril de los que están en la oscuridad; más bien sáquenla a la luz” (San Pablo).

3 - La humildad - La maduración personal es proporcional a esta apertura de mente y corazón, que llamamos humildad. Sin dudas, el humilde advierte sus límites, pero al mismo tiempo, trata de mejorar, de superarse, de escuchar a los demás, de pedir ayuda a Dios, de crecer cada vez más en la verdad y el bien. El verdadero ciego es justamente el orgulloso, porque no quiere ver otra cosa que no sea lo que él quiere: “Yo lo he rechazado – le dice el Señor a Samuel- porque no se trata de lo que el hombre ve; pues el hombre se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón”.

4 - Il poder de las tinieblas - La presencia del mal en el espíritu humano, se manifiesta en toda su virulencia justo como una fuerza que erosiona la libertad fundamental de admitir el error y deshacerse del mal. El surgir de la luz coincide con la admisión de su error. El hombre cuanto más es esclavo del mal, más es incapaz de deshacerse de él. Sólo Dios puede actuar en esta vertiente crítica e imponderable de la libertad humana.

5 - Puntos concretos – Echemos un vistazo a algunas de las actitudes típicas hacia Dios: “Yo no lo necesito, yo no tengo pecados”; hacia nosotros: “Yo no tengo que mejorar mi rendimiento, yo no tengo defectos que corregir”; hacia los demás: criticamos todo y a todos sin hacer nada para mejorar la situación. Por lo tanto, eliminemos toda actitud de intolerancia y violencia que impida a los demás de expresar su pensamiento y que rompe todo diálogo. La actual crisis de valores - que toca en la profundidad el tejido moral y social, las instituciones y las perspectivas de desarrollo- es la doble consecuencia de una operación condenada: haber puesto a Dios de lado y haber abolido las reglas naturales.

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