IV domingo del tiempo ordinario

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 2 February 2016

verdeTe bendigo, Padre, porque has revelado a los pequeños los misterios  de los Cielos    

Lecturas: Jeremías 1,4-5.17-19; Corintios 12,31-13,13; Lucas 4,21-30.                      

1 – Nadie es  profeta en su tierra – El recibimiento que los conciudadanos de Nazareth han hecho a Jesús, ha sido un rechazo desdeñoso porque no cumplió allí los milagros que hizo en Cafarnaum. La respuesta de Jesús nos hace reflexionar: “Nadie es profeta en su tierra”. Es como decir que siempre se prefiere a un extraño en vez que a un familiar. Sin embargo, ¿quién es más “consanguíneo” del hombre que Dios? Tú –exclama San Agustín- eres más íntimo que mi misma  intimidad y más alto que mi parte más alta” (Las Confesiones 3, 6, 11). Lamentablemente, el bien ¡también provoca los celos del mal!

2 - Una larga historia – Por extraño que parezca: muchas veces Dios recibe el mismo trato grosero de parte de los hombres. Sólo sus íntimos no lo entienden, lo deniegan y traicionan. La historia de Israel, el pueblo escogido por el Señor, está llena de infidelidad. Incluso, los conciudadanos de Nazareth lo arrastran hasta el borde de la colina para echarlo abajo; y un día no muy lejano de este hecho también los ciudadanos de Jerusalem llevarán a Jesús hasta la cima del Calvario para crucificarlo. La primera lectura, alude: “Los hombres lucharán contra ti pero no te vencerán porque yo estoy contigo para salvarte”.

3 – Ahora nos toca a nosotros – Hoy los habitantes de Nazareth, los conciudadanos de Jesús, son los cristianos. De hecho las naciones “cristianas” dan señales de hostilidad y de rechazo de Cristo: se averguenzan de sus raíces cristianas. Europa es de ello un ejemplo elocuente. ¿Cómo se justifica todo esto? Debido a que muchos están convencidos de que el Evangelio, no es solamente incompatible con la cultura, la ciencia y el progreso, pero sobre todo con la autonomía de la libertad humana. Escuchamos como pobre excusa: “No acepto los limitaciones de una religión; yo no logro cumplir el Evangelio”.

4 – La raíz – Hay pues un difuso ambiente laico e irreligioso, que quiere eliminar las mismas señales de la identidad cristiana de la realidad civil y por lo tanto no ayuda a creer. Y es verdad. Pero la razón más profunda de un rechazo, está siempre dentro de cada individuo. Ahí es  donde se lleva a cabo la batalla con Cristo; la crisis de  conciencia; la lucha diaria entre la criatura que afirma su propia autonomía y Dios que llama para entrar, es decir, la lucha entre el bien y el mal; entre las pasiones y la dignidad humana. La Iglesia, a través de Juan Pablo II, todavía pide a todos: “Abran, abran de par en par las puertas a Cristo” porque  Él es el único salvador de la humanidad!.

5 – Cristianos convencidos - Cada generación está llamada a revivir el mismo camino de fidelidad a Cristo. La Iglesia, desde este punto de vista, desea ofrecer las  condiciones  más favorables para liberarnos del complejo de ser cristianos “obligados”. Hoy en día, después del Concilio, se respira un clima de mucha libertad y apertura, de comprensión hacia todas las religiones, de una espera paciente, de estímulos aptos a dialogar y colaborar: lo saben muy  bien los convertidos. De hecho, se está formando un cristianismo más maduro y convencido: lleno de frescura, calidez y entusiasmo. Un cristianismo convencido y gozoso que no deja Cristo arrinconado en un rincón de la vida, más lo desea al centro de su corazón y lo quiere llevar a todos. El Evangelio estimula a los cristianos a imitar el empeño y la iniciativa que otros tienen, lamentablemente, para sus hazañas de odio y muerte. ¿Seguirán siendo ciertas las palabras de Jesús: “Los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la Luz”? 

Tags: