XV Domingo Del Tiempo Ordinario
¿Quién es mi prójimo? El que tuvo compasión de él
Lecturas: Deuteronomio 30, 10 14; Colosenses 1, 15 20; Lucas 10, 25 37.
1 – El mandamiento nuevo – El Deuteronomio es el libro del Antiguo Testamento que contiene la fórmula oficial de la Ley divina , grabada en el corazón del hombre desde su nacimiento y revelada por Dios mismo a Moisés para reafirmar su valor absoluto: “Amarás al Señor, tu Dios con todo tu corazón. Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús en la última Cena ha redefinido este mandamiento en un modo nuevo y más elevado: “Que nos amemos todos como él nos amó”. No puede haber ruptura entre el amor del hombre y el amor de Dios, el amor a mí mismo y al prójimo: ¡Jesús es todo esto!
2 – Mi prójimo - La parábola del buen samaritano explica muy claramente quién es “mi” prójimo en concreto. Sin dudas, todo el mundo es mi prójimo en la vida de todos los días: no existen ni judíos ni samaritanos, ni ateos ni creyentes, ni buenos ni malos, ni ricos ni pobres, ni simpáticos ni antipáticos, ni amigos ni enemigos! Aún más: ¡mi verdadero prójimo es quien se compadeció de mí y me auxilió cuando necesitaba ayuda! El amor siempre nace como un “agacharse” sobre quién necesita afecto y ayuda práctica.
3 - El buen Samaritano – Es justamente Él: Jesús en persona, que se hizo hombre para tomar sobre sí nuestros innumerables sufrimientos y pobrezas, que nos levanta continuamente de nuestras caídas y nos devuelve la verdadera salud de la vida de Dios: “Quiso Dios – dice San Pablo- reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz”. Si Jesús se esconde tras un samaritano - que los judíos juzgaban como hereje y cismático- significa que se ha hecho último para socorrer a todos.
4 – El camino a Jericó – Es el camino de la vida, recorrido en todas las direcciones por todos los hombres. Muchas veces el más fuerte aplasta al más débil, pero también puede ser que el más fuerte ayude al más débil. Si en nosotros existe un amor verdadero a Dios, que es Cristo, habrá siempre un buen samaritano, capaz de olvidar sus propios intereses para ayudar a quien lo necesite. La historia del mundo, desde Abel al día de hoy, es la parábola ininterrumpida del buen samaritano o del samaritano malo. Pero , con esta parábola , Jesús nos quiere dar también otra lección: muchas veces quien te ayuda es aquel al que consideramos diferente, inferior, enemigo. Así eran considerados los samaritanos por los hebreos observantes. Tal vez Dios quiso esconderse en el samaritano porque nosotros, a veces, lo consideramos como un extraño, como un perturbador de nuestra tranquilidad espiritual...
5 - La respuesta concreta – Nos la da el Evangelio: "Ve, y procede tú de la misma manera". Hoy no podemos decir que aplicamos completamente esta parábola. Muchos, van directamente por su camino, desinteresándose de los que tienen problemas y no saben a quién recurrir los ejemplos están bajo los ojos de todos, en estos tiempos de grave crisis... Nuestro cristianismo se medirá con la parábola del buen samaritano, que todos habrían inventado, porque todos alguna vez han probado lo que es no tener a nadie cerca, cuando está con problemas.