Quinto Domingo del Tiempo Ordinario
Ustedes son la sal de la tierra y la luz del mundo
Lecturas: Isaías 58,7 10; 1 Corintios 2,1 5; Mateo 5,13 16.
1 - La fuente – S. Pablo afirma que el testimonio del amor infinito de Dios Padre para sus criaturas es doble: a) Jesucristo, y crucificado, b) el Espíritu Santo, manifestación de su poder. Pues ellos son los dos brazos del Padre, es decir, la doble fuente de la cual proviene la luz de la vida divina y la sal de la sabiduría celestial.
2 - La sal – Su función, humilde pero indispensable, es la de dar sabor a los alimentos y de conservarlos. La sal de la divina sabiduría da sentido, gusto y sabor a todas las acciones humanas: la sal de la verdad, de la bondad, de la eternidad. También existe la sal de la Cruz, es decir la sabiduría del sacrificio, de la entrega de sí, de las virtudes difíciles, del dolor expiatorio... Limpia las impurezas del corazón, conserva intacta la inteligencia y la voluntad, difunde la libertad espiritual.
3 - La luz – La sabiduría divina del Evangelio es 'luz intelectual, llena de amor' (Dante). El verdadero creyente es una persona luminosa en la mente, en el corazón y en el cuerpo, está llena de calor humano en las relaciones con los demás. Esta luz ahuyenta todo tipo de tinieblas: la ignorancia, la ceguera, la desconfianza, el odio. Quien está en la luz sabe adonde va y porque realiza una acción; nunca es superficial; usa a fondo la inteligencia del corazón. La luz que irradia a su alrededor son las obras buenas, el buen ejemplo.
4 - La ciudad sobre el monte - El cristiano es como la ciudad asentada sobre un monte o como la luz que ilumina la habitación. Él es un altar a la presencia del mundo, tal como lo son los pueblecitos antiguos, enrocados sobre las alturas. No puede aislarse de la realidad; por el contrario, está llamado a hacerse cargo en primera persona de los problemas de todos; no se avergüenza de manifestar con espontaneidad y coraje sus propias convicciones religiosas. Liberémosnos pues de toda forma de consideración humana.
5 - Puntos concretos – a) En este momento de profunda crisis de valores (vida, familia, autoridad, altruismo, Dios) estamos llamados a un comportamiento irreprensible: sentido de responsabilidad, visión clara de las prioridades y urgencias, compromiso a largo plazo, b) En la amplia gama de posibles opciones, es bueno dar prioridad a aquellos aspectos en los que es más urgente un buen testimonio: la escuela, la cultura, el mundo del trabajo y la política, la recuperación social, c) al materialismo tenemos que oponer el espiritualismo, a la pura y alienante sociabilidad debemos contraponer la valorización de la persona como punto de referencia de toda la acción social.