V domingo del tiempo ordinario

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 4 February 2016

verdeNo temas; desde ahora serás pescador de hombres    

Lecturas: Isaías 6,1-2.3-8; Corintios 15,1-11; Lucas 5,1-11.                      

1 – Aquí estoy. ¡Envíame a mí! – En la vida de todo hombre, tarde o temprano, llega el momento para encontrarse con Dios de tal manera que se sientan siempre y totalmente involucrados en su proyecto. Es el tema famoso de la “vocación”. Y si uno lucha contra esta invitación, se puede encontrar desmontado, en el suelo, como el Apóstol Pablo o como San Agustín. Así dice el Señor a Isaías: “¿A quién enviaré? ¿y quién irá por nosotros? Él envía a cada uno en el mismo momento en el que llama a la vida. ¡La vida misma es una misión que hay que llevar a cabo según el proyecto de Dios, que cada uno está llamado a compartir libremente!

2 - Isaias, Pablo, Pedro, yo –Dios nos llama con modalidades y tiempos inesperados. Isaías está rezando en el templo, Pablo está corriendo hacia Damasco para arrestar a los cristianos, Pedro está volviendo cansado y desilusionado de su trabajo de pescador. Delante a la reacción consternada de los llamados –se sienten impuros, pecadores, “un aborto”- Dios responde con una gracia especial que los convence de un hecho básico: Dios mismo llevará a cabo la obra que les confía. Pablo confiesa: “Por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí”. El valor inestimable de la vida radica en entregarse totalmente a esta llamada divina.

3 – Todos llamados – Muchos podrían objetar: una llamada así no es para mí, estoy casado, tengo un trabajo, estoy jubilado y soy anciano, no tengo ni tiempo ni cualidades. Sin embargo, Cristo le dice a Pedro quien ya tiene una familia y vive de su trabajo de pescador: “Ven, te haré pescador de hombres”. ¿Qué significa “pescador de hombres”, si no colaborar con Jesús en la salvación del mundo? También San Agustín, quien se siente más que nunca pescador de hombres, se atreve a decir que, en primer lugar, él quiere pescar “el pez gordo del abismo”, ¡es decir, conquistar a Cristo mismo! (Confesiones 13, 23, 34)!

4 – Dejar todo – El Evangelio, de hecho, se puede leer de dos maneras diferentes, es decir, una manera normal y otra radical: a) la vida llama a cada persona para salvar a los demás en cualquier campo de actividad (familia, trabajo, relaciones sociales, tiempo libre); b) para salvar a los demás vale la pena dejar todo lo que es secundario o que es sólo de interés personal. Sin embargo, en ambos casos, se aplica el criterio de la mayor intensidad posible.

5 - Pescadores de hombres – Si todavía no hemos sentido este llamado, sin duda algún día lo advertiremos. ¡La Iglesia nos recuerda que, de hecho, la invitación se ha ya hecho con la vida y el bautismo! Por otra parte, con lo que está sucediendo hoy (millones de personas hoy mueren de hambre, enfermedades, guerras, soledad, opresiones ...) ¡hay que ser realmente ciegos y sordos para no sentirnos llamados a dar una mano! En el mundo, muchos “pescan” hombres para usarlos, dominarlos, explotarlos; Cristo nos explica que “pescar” hombres, significa donarse para salvar a su cuerpo y su espíritu del mal y de la muerte.

6 - Puntos concretos – ¡Qué campos ilimitados de acción para los laicos y especialmente para los jóvenes! Si Cristo los invita a seguirlo, a “ir mar adentro”, a dar sus vidas en el sacerdocio, en la vida religiosa, en la acción misionaria, que no digan no. Pero a todos, sin distinción, y dentro de sus posibilidades, se ofrece la colocación en todos los ámbitos de la vida pastoral: catequesis, asistencia a las familias, la caridad con los que sufren y con los pobres, compromiso social en el barrio y en el ambiente de trabajo.

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