II Domingo De Adviento
Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos
Lecturas: Isaías 40, 1 5.9 11; II Pedro 3, 8-14; Marcos 1, 1-8.
1 – El Dios de toda consolación – El profeta Isaías anuncia un gran consuelo divino a la humanidad: “¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios! Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que ya ha cumplido su tiempo de servicio, que ya ha pagado por su iniquidad”. Mientras todos nos repiten el estribillo de siempre: “no sabemos dónde vamos a parar”, Dios nos asegura que todavía está al alcance de todos una nueva misericordia y liberación de la esclavitud del mal. Así que no estamos solos para trabajar y luchar en las dificultades actuales: ¡el Señor está con nosotros! Así también nosotros tenemos que estar cerca de los demás para confortarlos y sustentarlos en sus pruebas con cariño, comprensión, estímulo, ayuda. El cristiano no es un desilusionado ni un soñador, actúa porque él está convencido de que la realidad tiene que asimilar el ideal establecido por Dios para el hombre. Él, con su esperanza, adelanta el momento conclusivo de la vida y la historia, cuando no existirá más el mal.
2 - Juan Bautista – El precursor, poco antes del comienzo de la vida pública de Jesús, retoma el mensaje de Isaías, instando a todos a convertirse del pecado para obtener el perdón de Dios: “Voz de uno que grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos ”(Evangelio). También hoy la Iglesia da voz a Uno que grita en el desierto de las conciencias humanas, proclamando la misma Palabra. La Navidad puede tener un sentido cristiano sólo si cada uno prepara su corazón en la humildad, en la verdad y en la justicia. La nueva gruta de Belén no es otra cosa que la conciencia del hombre.
3 - Preparar el camino – Se necesita: a) una revisión de vida (orgullo, superficialidad, desempeño, omisiones, negligencia, tiempo perdido, espíritu polémico, animosidad, hosquedad, envidia); b) penitencia (espíritu de sacrificio, disciplina interior, autocontrol, aceptarse a sí mismos y a los demás, no echarse atrás sino amar la tarea que Dios nos muestra).
4 – Allanar los senderos – Si Cristo es el Camino trazado para cada hombre y la senda y la misión confiada a cada uno, es esencial hacer nuestras elecciones en el modelo de Cristo. Condición necesaria para lograr este objetivo es hacer extrema claridad eliminando excusas y sutilezas, incoherencias y engaños, hipocresías y astucias, compromisos entre la moral evangélica y la del mundo.
5 - Puntos concretos – a) Antes de cualquier acción ponerse delante al Señor con la propia conciencia y escuchar las indicaciones de la Iglesia; b) no hacer a los demás lo que no nos gustaría que nos hicieran, y viceversa; c) sacudirse el cansancio, la depresión, la desilusión para una situación que requiere tiempos largos y esfuerzo constante; d) ver siempre al Señor en los demás y hacer lo que Él hubiera hecho en nuestro lugar; e) examinarse, punto por punto, sobre los contenidos de los 10 Mandamientos.