Segundo Domingo de Cuaresma

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 18 February 2016

violaCristo nos transfigurará en su cuerpo glorioso

Lecturas: Génesis 15,5-12.17‑18; Filipenses 3,17‑4,1; Lucas 9,28b‑36.                      

1 ‑ El contexto – El acontecimiento de la Transfiguración es un entreacto pascual, colocado sabiamente entre dos anuncios de la pasión y muerte de Jesús: por lo que no es una exhibición de un triunfalismo terrenal o una aplastante exhibición divina, más bien el anuncio de la humillación suprema de Jesús: su pasión de cruz, muerte y resurrección. La verdadera gloria de Cristo es el sacrificio de su vida infinita para que el hombre se salve y resurja definitivamente del mal. Por supuesto, Jesús también quiere iniciar a sus tres discípulos: Pedro, Santiago y Juan para que entiendan  que en aquel hombre está Dios, luz infinita trinitaria.

2 – La imagen de Dios – “Mientras oraba, su rostro resplandecía y sus vestidos eran de una blancura fulgurante”. La Transfiguración de Cristo no es solamente un destello de divinidad para animar la fe vacilante de los apóstoles, pero la indicación de un proceso continuo en la vida humana de transformación y sublimación en la vida de Dios. Alude San Pablo: “Nuestra patria está en los cielos, y desde allí esperamos como salvador a nuestro Señor Jesucristo, quien transfigurará nuestro cuerpo miserable para adaptarlo a su cuerpo glorioso”. La Cuaresma es para todos los cristianos una experiencia intensa de transfiguración, que consiste en la purificación del mal y en la sublimación de la vida a través de una nueva manera de vivir según el Evangelio. Así la imagen del hombre a su vez, manifiesta y transfigura el rostro de Dios: de su pobre cuerpo mortal al cuerpo glorioso de Cristo r resucitado...

3 – Una comparación – Nuestra transformación en Cristo exige una comparación continua con las palabras, los gestos, los hechos de la vida de Jesús: vivir y morir como Él. Ahora, si comparamos nuestra forma de ser con la suya, por desgracia, nos encontramos con dos modelos opuestos. He aquí dos textos de referencia: “Muchos se comportan como enemigos de la cruz de Cristo: tienen como dios a su vientre, hacen alarde de lo que tendrían que avergonzarse, y están pendientes de las cosas de la tierra” (San Pablo) – “Quien me quiere seguir, reniegue a sí mismo y tome su cruz cada día. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mi causa, la salvará "(Lucas).

4 – Ya estamos en la nube – El hombre y la creación ya se ya se mueven hacia “cielos nuevos y tierra nueva”. Y así, a pesar del pecado y la muerte, el amor de Dios y del hombre sigue creciendo cada vez más y transforma el corazón de cada uno. Aún somos peregrinos, por supuesto, pero ya podemos anticipar los bienes del cielo. Mirando al hombre de hoy, más allá de sus problemas y fracasos, sin duda surge y presiona una ansiedad universal de cosas nuevas, tanto para el individuo como para la comunidad (familias, ciudades, naciones). La transfiguración del hombre y de las realidades es la base de todo serio trabajo “penitencial”, que contrasta el mal injertando el bien.

5 – Puntos concretos - a) Examinemos si nuestra vida todavía está demasiado anclada en el egoísmo y el materialismo, es decir “al vientre y a las cosas de la tierra”; b) ciertos estilos de vida y costumbres pesan negativamente sobre los demás e impiden una verdadera vida de relación (en familia, entre colegas de estudio y de trabajo); c) decidamos  salir de nuestro auto-aislamiento, excusa muy cómoda para no tomar en serio el bien de todos. Por otro lado, no se puede pretender que el mundo cambie, se transforme, sin el aporte de todos. San Agustín nos lo recuerda así: “No hay que desesperarse: oren, prediquen y amen. El Señor es realmente poderoso: busquemos juntos” (Comentario al Evangelio de Juan 6, 24).

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