Segundo Domingo del tiempo ordinario

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 17 January 2014

verdeEste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.    

Lecturas: Isaías 49, 3 5. 6; 1 Corintios 1 3; Juan 1, 29 34.                      

1 - El Cordero pascual – Juan el Bautista presenta a Jesús ante el mundo como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo: figura conmovedora de dulzura, mansedumbre e inocencia La imagen del cordero, anunciada en el sacrificio de Isaac, recuerda el sacrificio de la Pascua judía, en recuerdo de la liberación de la esclavitud en Egipto, y también la pasión de Cristo sobre el Calvario, cuál el profeta Isaías la describe: “Él fue herido por nuestras rebeliones, fue golpeado por nuestras maldades; Él sufrió en nuestro lugar, y gracias a sus heridas recibimos la paz y fuimos sanados”.

2 - La paloma – Mientras Jesús es bautizado en el Jordán, Juan el Bautista ve al Espíritu Santo descender del cielo como una paloma y posarse sobre Él. La paloma es la señal principal de la paz entre el cielo y la tierra, es decir del perdón de Dios que quita los pecados del mundo, de la infinita misericordia que Jesucristo dona a los hombres. Él es el Siervo de Dios porque toma sobre sí los pecados de cada uno y los de toda la humanidad y los expía sobre la Cruz.

3 - El pecado – El relato bíblico del primer pecado, cometido por nuestros primeros padres, es la adhesión a una pérfida insinuación de la serpiente: '¡Seréis iguales a Dios, conoceréis el bien y el mal!' En el espíritu humano se repite siempre la misma historia que está al origen de cada elección de la libertad personal: aceptar nuestra posición de criaturas finitas o intentar ir más allá. Es el eterno mito del super-hombre. S. Agustín define así el pecado: 'Volver la espalda a Dios para dirigirse a las criaturas, imitando Dios al revés' (Confesiones). La soberbia es siempre la única matriz de todo pecado personal. Esta opción fundamental - ya sea con Dios o contra Dios - altera en profundidad la relación de cada hombre consigo mismo, con los demás, con Dios

4 - Los pecados - La historia de la humanidad es una lista dolorosa y trágica de tres categorías de pecado humano: un hermano mata a su hermano (Caín y Abel), el hombre mata a Dios (Jesucristo), el hombre se hace daño a sí mismo (en el cuerpo y en el espíritu). El problema no es embridar físicamente al hombre para que llegue a ser inofensivo, mas bien de liberarlo interiormente para que ya no sea esclavo del pecado. ¡El Hijo de Dios se ha hecho hombre y murió en la Cruz para liberar al hombre de la mordaza mortal del pecado! El Bautismo nos ha liberado del pecado original; la Penitencia nos libera de los pecados personales restituyéndonos completamente la libertad de hijos de Dios.

5 - Un examen sereno – Hablar del pecado en una visión de fe y libertad es un hecho muy positivo: ¿si he hecho el mal por qué continuar a ignorarlo o a declararme impotente? Hoy en día se impone un examen sobre algunos pecados típicos de nuestra época: todas las formas de ateísmo, agnosticismo, amoralidad e inmoralidad; de absentismo y omisión, de materialismo, de individualismo y prepotencia. La prepotencia más audaz es creernos los dueños absolutos de la vida. Por esta razón San Agustín dice que todo pecado es ir contra-naturaleza. La única respuesta natural está en el Evangelio: “Ama a Dios con todo tu corazón, ama a tu prójimo como a ti mismo”.

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