Décimo Sexto Domingo Del Tiempo Ordinario

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 17 July 2014

verdeDejen que crezcan juntos hasta la cosecha.    

Lecturas: Sabiduría 12, 13.16 19; Romanos 8, 26 27; Mateo 13, 24 43.                      

1 - El método divino – El conflicto entre la fe y la razón, típica de toda experiencia religiosa, no es debido tanto a las insondables profundidades de los misterios revelados cuanto a la diferencia inexplicable entre el método de Dios y nuestro método: “Mis pensamientos no son vuestros pensamientos”. El conflicto es evidente especialmente en lo que respecta a algunos problemas críticos-éticos: el mal, el dolor, la muerte, el comportamiento de Dios con los buenos y los malos, el conflicto entre la ley de Dios y la libertad humana y entre la justicia y la misericordia.

2 - La solución – Se encuentra en la lectura de hoy de la Sabiduría: a) Dios cuida tanto todas las cosas que no debe defenderse de la acusación de ser un juez injusto, b) la omnipotencia de Dios es el principio de la justicia, c) el dominio universal de Dios explica su indulgencia, d) Dios interviene con fuerza cuando la insolencia humana quiere reemplazar a su omnipotencia: “Con este modo de obrar has enseñado a tu pueblo que el justo debe amar a los hombres, además has dejado a tus hijos llenos de una dulce esperanza, porque luego del pecado tú concedes la posibilidad de arrepentirse”.

3 – El trigo y la mala hierba – Esta parábola nos explica por qué Dios tolera el mal en el mundo: “Dejen que ambos crezcan juntos”. Se diría que el bien y el mal deben comportarse como hermanos. De hecho, Dios sabe cómo producir el bien incluso del mal; y luego la convivencia es buena para los dos: los buenos son un estímulo saludable para los malos, mientras que los malos desafían continuamente a los buenos para dar lo mejor de sí. Por otro lado, la única razón por la cual Dios tolera al mal y a los malos, es porque también ellos se ven obligados(y Satanás lo es en primera persona) a colaborar con el plan divino de la salvación. Esta parábola, en última instancia, es crucial para entender a la Iglesia: la coexistencia del bien y del mal, no el círculo cerrado de los elegidos y perfectos.

4 – El grano de mostaza – El bien es el grano más pequeño, destinado a convertirse en el árbol más grande. No cometamos nunca el gran error de medir el bien con criterios de grandeza humano: el bien, por más pequeño que sea, tiene en sí algo de infinito, de indestructible. Por lo tanto, también un vaso de agua, dado por amor de Dios, tiene una eficacia incalculable. Especialmente por los efectos beneficiosos sobre quien lo hace. ¡Un gesto de bondad pesa más que todo el odio de la tierra!

5 – La levadura – El bien también es fermento bueno, que tiene que ser escondido en la masa para transformarla en sí. Es suficiente una pequeña cantidad, una pizca, pero tiene el poder de hacer leudar toda la realidad. ¿Al final, quién es la levadura divina? Es el Espíritu Santo, quien suscita en el corazón del hombre los deseos de Dios y los transforma en una vida de calidad divina y trinitaria. También todo creyente debe ser levadura buena, todo hombre de buena voluntad, toda persona honesta, los cuales animan con su ejemplo su entorno de vida.

Tags: