Sexto Domingo Del Tiempo Ordinario

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 17 May 2013

verdeBendito es el hombre que confía en el Señor, cuya confianza es el Señor.

Lecturas: Jeremías 17,5 8; I° Corintios 15, 15-20; Lucas 6,17.20 26.

1 - El problema de la felicidad – Hasta hace pocos años el problema de la justicia parecía ser el más importante, hoy se habla más bien de la felicidad. ¿Qué quiere decir ser feliz? Estar bien... llegar a una buena colocación... tener éxito... hacer lo que nos gusta... no tener problemas? El hombre en este campo no acepta descuentos ni limitaciones: quiere ser verdaderamente feliz y para siempre. Entonces, ¿cómo se concilia la felicidad con los límites de la resistencia humana, con la realidad negativa del dolor, con las pruebas de la vida, del mal, de la muerte? Respuesta difícil que sólo la verdadera religión puede dar. Por eso afirma San Agustín que la verdadera religión es sólo aquella que es capaz de dar una respuesta concreta y exhaustiva a todos los problemas de la naturaleza humana: vida-muerte, bien-mal, finito-infinito. Nuestra fe cristiana tiene precisamente esta tarea.

2 - Cómo ser feliz – Se ha convertido casi en un argumento trivial y obvio, el hecho que el hombre moderno ya satisfecho de bienes materiales y de confort, está a la merced de la neurosis, de la soledad, de la desesperación. Eso significa que no estamos hechos para las cosas de la tierra. He aquí Agustín: “Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti” (Confesiones 1, 1, 1). Y el profeta Jeremías añade: ”Maldito el hombre que confía en el hombre, maldito el que se apoya en su propia fuerza” (17, 5). Pero el apóstol Pablo lo resume así: “si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, ¡somos los más dignos de compasión de todos los hombres! (1 Corintios 15, 19). Por último, el Evangelio de las bienaventuranzas nos muestra donde está la sede de la verdadera y definitiva felicidad: “Alégrense y salten de gozo cuando llegue ese momento, porque en el cielo les espera una gran recompensa” (Lucas).

3 - Las Bienaventuranzas – Jesús aborda el tema de la felicidad con el discurso de las bienaventuranzas. Nos indican ya sea el camino ya sea el “donde” para ser realmente felices y dichosos en lo profundo del corazón: ¡ahora, mañana y siempre! Veamos brevemente: a) “Bienaventurados los pobres”: son los que se consideran pobres delante a Dios y a los demás, necesitados de todo; se aceptan a sí mismos al ver sus propias faltas así como sus cualidades, no cuentan sólo con sus propias fuerzas sino en la gracia de Dios; rezan, escuchan, buscan consejos, insisten con buena voluntad: ellos son los humildes, es decir los pobres de Dios; b) “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia”: son los que buscan la perfección en sí mismos, y un justo orden de justicia en el mundo, luchando por la causa de los derechos humanos; c) “Bienaventurados los que lloran”: son los que se lloran por sus pecados y defectos de los cuales quieren liberarse, reciben los sufrimientos con amor y los sacrificios para purificarse, se hacen cargo del sufrimiento de los demás: d) “Bienaventurados los mansos y los que procuran la paz”: llegan al dominio de sí, tratan a todos con gran apertura, respeto, comprensión, trabajan para crear un clima más humano de las relaciones sociales; e) “Bienaventurados los de limpio corazón y los misericordiosos”: cuidan de su honestidad, de la pureza de sentimientos, del control de las pasiones y de los sentidos, no ven sólo y siempre la malicia en los demás, se olvidan de las ofensas, perdonan generosamente, corrigen a quien ha errado; f) “Bienaventurados los perseguidos ”: son los que saben estar de parte del bien y del Evangelio, son poco convencionales y van contra corriente, pagan en persona y se arriesgan, no hacen trueque con su propia conciencia y honestidad.
Conclusión: el secreto de la verdadera felicidad es nunca fallar a nuestra dignidad de hombres y de cristianos.