Solemnidad De San Pedro Y San Pablo
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.
Lecturas: Hechos 12, 1-11; 2 Timoteo 4,6 - 8,17-18; Mateo 16, 13-19.
1 - Pedro, el primero de los apóstoles – Simón, el humilde pescador de Galilea manifiesta así, en Cesárea, su fe clara y completa en Jesús: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Jesús, a su vez, da a Simón, el título mesiánico de “piedra”, es decir la roca fundamental: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Las puertas del infierno no prevalecerán. Yo te daré las llaves del reino de los cielos”. Así lo proclamó su sucesor, guía y centro de unidad de la Iglesia. Pedro durante toda su vida, incluso con el breve paréntesis de la triple negación durante la Pasión de Jesús, dará una prueba generosa de fe inquebrantable en Jesús y su Iglesia, muriendo mártir en Roma, crucificado como Jesús.
2 - Pablo, el ínfimo de los apóstoles – Bajo el aspecto de una fe inquebrantable, junto con Pedro también se destaca Pablo, convertido en el camino a Damasco por Cristo Resucitado. También a él le será cambiado el nombre: de Saulo, fanático perseguidor de los cristianos, a Pablo, el apóstol ínfimo que llevará el mensaje de Jesús a todos los pueblos paganos. Él compartirá el mismo destino de Jesús y Pedro: mártir en Roma con la cabeza cortada, como Juan el Bautista. Pablo también puede exclamar con razón: “He combatido la buena batalla, he acabado mi carrera, he conservado la fe”.
3 - Todos involucrados – Como Adán personifica a toda la humanidad, así Pedro personifica a toda la Iglesia. Por lo tanto, su fe es la única fe de todos los cristianos, su elección expresa la elección de cada uno y de todos. El Señor es realmente admirable, porque en uno elige a todos y, o antes o después, elige a todos. Así es como resume Agustín: “A ti, Pedro, entrego lo que fue dado a todos. La paloma ata, la paloma desata. Ata y desata el edificio levantado sobre la piedra.” (Serm. 295,2,2).
4 - Todos sorteados – El Espíritu Santo nunca elige según el criterio de la excelencia, pero de la humildad. El sorteo divino indica siempre la gracia de Dios, ya que no elige a los buenos, pero convierte en buenos a los que ha elegido. Y sus dones son siempre para el bien común de la Iglesia: “Pedro recibió el poder, uno para todos, porque la unidad está en todos” (Com. Evang. Juan 118,4). En este sentido, Pedro representa la unidad y Pablo la universalidad. Pues, también hoy hay espacio para todos en la Iglesia: pero por desgracia no todos ocupan este lugar con honor y dedicación.
5 - La red y la espada – Son los dos símbolos de la acción de Pedro y Pablo: el amor que une y la verdad que ilumina y discierne. Es claro que evangelizar no es un acto individual y aislado pero profundamente eclesial: un acto de la Iglesia. En este sentido, también el último de los fieles laicos comparte en parte la vocación general. Éstos son los tres momentos clave de esta maduración: a) aceptar y vivir toda la Palabra de Dios; b) comprometerse a dar su vida por el bien del mundo (la familia, el sacerdocio, la vida consagrada); c) llevar a cabo en la comunidad eclesial una profunda experiencia de oración, de oferta cristiana de la vida (sacrificio, empeño en el trabajo, sobriedad de vida, perseverancia, servicio). En tal modo la comunidad cristiana merece parte del don de numerosas y santas vocaciones.