Solemnidad Del Cuerpo Y Sangre Del Señor

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 5 June 2015

gialloTomen; ¡esto es mi cuerpo y mi sangre!

Lecturas: Éxodo 24, 3-8; Hebreos 9, 11-15; Marcos 14, 12-16; 22-26.                      

1 - Sacrificio de agradecimiento – La Eucaristía es el sacramento de la gratitud ilimitada del hombre a su Señor, sobre todo por la obra de la salvación: “Cristo, al presentarse como sumo sacerdote de los bienes definitivos en el tabernáculo más excelente y perfecto, no hecho por manos humanas entró una sola vez y para siempre en el Lugar Santísimo. No lo hizo con sangre de machos cabríos y becerros, sino con su propia sangre, logrando así un rescate eterno” (Hebreos). La Eucaristía es la suma de todos los bienes mesiánicos, presentes y futuros, por los cuales agradecemos perennemente a Dios.

2 - Sacrificio pascual – Son dos los dones preparados sobre el altar: el pan y el vino. Están “separados” para recordarnos el sacrificio cruento de la pasión y muerte de Cristo, en el que la sangre del nuevo pacto es “derramada por los pecados de muchos” (Marcos), es decir, para todos los hombres. Y nosotros hacemos lo que el Señor nos ha mandado: “Hagan esto en memoria de Mí”,  por lo tanto bebemos su Sangre para conseguir la remisión de nuestros pecados y comemos su Cuerpo glorificado de Resucitado para nutrirnos con la vida de Dios. Este aspecto “sacrifical” de la Eucaristía es el primero y más importante, y lo vivimos en la celebración de la santa Misa. El segundo aspecto, es el “comunional” y lo vivimos recibiendo la comunión eucarística  o durante la Misa o fuera de la Misa.

3 - El Cuerpo del Señor – La Eucaristía es también el sacramento del pacto eterno de amor entre Dios y su pueblo, sobre la base de una comunión perfecta, o sea: unidad entre Él y nosotros para formar un sólo cuerpo. En el único pan de Jesús, realmente vuelven a unirse los granos perdidos de los hombres. Nosotros nos volvemos y somos cada vez más con Jesús un sólo cuerpo: “En el altar del Señor, se celebra vuestro misterio porque ustedes son el cuerpo de Cristo y sus miembros. Ustedes reciben su propio misterio” (Agustín, Sermón 272). Cada Eucaristía debe contener este anhelo de Cristo: “Padre, que sean uno, lo mismo que nosotros” (Evangelio).

4 - La Iglesia – Puede definirse el Cuerpo de Cristo, el Cuerpo eucarístico o místico: Jesús es el centro, la cabeza, y nosotros somos sus miembros. Este aspecto de reciprocidad se destaca en un texto famoso: “La Iglesia hace la Eucaristía y la Eucaristía hace la Iglesia” (Henry De Lubac): el ministerio de la Iglesia consagra y produce la Eucaristía, pero de la Eucaristía nace y se desarrolla la Iglesia hasta convertirse  en un "cuerpo perfecto", el Cristo total. Nuestra Eucaristía debería expresar la plenitud de este "signo" de unidad total: experimentada junto a todos o, al menos, por todos. Que crezca cada vez más este aspecto hasta que se forme una verdadera mentalidad católica, que incluye todo y todos.

5 - Puntos concretos – En el Amén, que cada uno pronuncia en la comunión, se encuentra el centro del empeño eucarístico. Diciendo: Amén, nos comprometemos, no sólo a creer en la presencia real de Jesús, sino a convertirnos en el Cuerpo de Cristo y a amar a todos hasta el final, al perdón total para construir una sóla y única familia. Nuestro ser-“iglesia”, -es decir cuerpo de Cristo- cada vez más unida y fiel, es la consecuencia lógica de nuestra comunión eucarística. El ecumenismo, es decir la abertura a todas las culturas y religiones, es la respuesta práctica que se nos pide hoy: acoger a todos para que todos se sienten a la única mesa del amor a Dios y al prójimo. Ésta es la única verdadera globalización, que realmente unifica a toda la humanidad con Jesús en Dios.

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