Tercer Domingo De Pascua

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 5 May 2014

biancoLo reconocieron al partir el pan .    

Lecturas: Hechos 2,14.22‑33;  Pedro 1,17‑21;  Lucas 24,13‑35.                      

1 - Emaús – En la mañana de Pascua,  dos discípulos regresan a casa desconsolados: Jesús, en quien habían depositado toda esperanza ha muerto. Con él, piensan, ha muerto definitivamente la esperanza de un verdadero liberador del hombre de todas las formas de esclavitud. Sin embargo, a lo largo del camino de regreso, se acerca un viajero desconocido, se presenta y les pregunta de qué están hablando. Y así, por más de diez kilómetros, se establece entre él y ellos una espesa conversación sobre cuánto ha pasado recientemente  en Jerusalén y no sólo, sino también sobre la figura del Mesías y de cómo la Escritura lo había anunciado desde hace tiempo. Llegan así a Emaús e invitan al desconocido a quedarse en la casa de uno de ellos: “¡Quédate con nosotros, que está atardeciendo¡” Se sientan a la mesa. Luego: “tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio”. En ese momento se les abrieron los ojos y lo reconocieron: ¡sí, en realidad es Él, Jesús!

2 - Jerusalén – Deciden enseguida y hacen el mismo camino para regresar a Jerusalén y así poder anunciar a los apóstoles que “han visto al Señor”. Recorren el mismo camino, pero con  ánimo y ritmo  muy diferentes. Se quedaron en dos, sin el Viandante, pero era como si los acompañara. Finalmente, comprendieron que Jesús resucitado está siempre con ellos: que camina, que habla, que come, que los guía por todos lados... Apenas llegaron al cenáculo, cuentan detalladamente el día corroborando a los apóstoles: “¡Miren que Jesús no aparece de vez en cuando y sólo a algunos; Él está siempre con todos  y con cada uno de  nosotros”!

3 - Operación-Cristo – El drama de los hebreos es que no entendieron que las Escrituras hablaban de Él, y por eso cuando vino, no lo aceptaron. Hoy muchos cristianos tienen la misma psicología que los hebreos. Todavía no han realizado la operación “Cristo-resucitado-siempre-con-nosotros”, porque a ellos les parece imposible que Cristo pueda introducirse en la vida de todos los días. Estamos firmes en el Cristo de ayer y no vemos al Cristo de hoy. Si no aferramos la presencia de Cristo dentro nuestro, con mayor razón no aferraremos la de la Iglesia y la de los acontecimientos de la historia. Ahora bien, si observamos con atención, todo nos habla de Él: las Escrituras, la Eucaristía, la comunidad de los hermanos, los encuentros y choques de la vida, los éxitos y los fracasos, nuestro  corazón...

4 - Fe pascual - Desde luego no es la fe cansada que tenían los discípulos cuando iban a Emaús, sino la fe que corre y exulta después de que sus ojos se han abierto. La fe de tipo pascual no es creer a una palabra ni a una experiencia, hecha por otros, sino creer a nuestros ojos porque también nosotros lo hemos visto y lo sentimos continuamente. Por lo tanto, Emaús es nuestro corazón: una cita obligada con Cristo vivo y resucitado  que se revela ya sea a lo largo del camino a través de las Escrituras ya sea en casa por la Eucaristía. El trayecto de Emaús a Jerusalén se convierte en el camino de cada uno al descubrimiento de Cristo: ayer, hoy y siempre.

5 - Un pensamiento de Agustín – “No podemos confundirnos: partimos el pan y reconocemos al Señor. Él se deja sólo reconocer aquí por nosotros que no teníamos que verlo con los ojos de la carne y sin embargo teníamos que comer su carne. Tú que crees con el corazón, encontrarás en el partir el pan una certeza confortadora. La ausencia de Dios no es una ausencia. Ten fe, Él está contigo, aunque no lo veas” (Sermón 235, 3).

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