Tercer Domingo de Cuaresma

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 20 March 2014

violaEl que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás.    

Lecturas: Éxodo 17, 3 7; Romanos 5,1. 2,5 8; Juan 4, 5 42.                      

1 - La samaritana – Jesús, habiendo encontrado a la mujer en el pozo de Sicar, muestra que Él vino para salvar a los pecadores y para abolir todas las diferencias entre los judíos y el resto del mundo: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?” Al final de la breve estancia de Jesús en Samaria, también los habitantes de la ciudad exclaman: “Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo”

2 - El agua viva – El hecho se desarrolla delante del pozo de la ciudad. Es el símbolo viviente del corazón humano, el verdadero pozo de donde extrae la sed espiritual del hombre. El hombre está sediento de Dios y Dios está sediento del hombre. Pero el agua, es decir la felicidad de esta tierra y de todas las criaturas, no podrá calmar nunca la sed de infinito que tiene el corazón del hombre: “Si alguno tiene sed –dice Jesús- venga a mí y beba. El que crea en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado” (Juan 7,37). También Dios nos pide de beber. De hecho, Jesús sobre la cruz grita: “¡Tengo sed!”. Pide de beber en el nombre de Dios y de todos los hombres, aceptando y correspondiendo fielmente a su voluntad. Haciéndose hombre, pide de beber también en nombre de cada hombre, necesitado de ayuda y de amor. El beber de “su agua” nos hace convertirnos en fuentes de amor para todos.

3 - El alimento verdadero – Jesús dice a la mujer samaritana: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra”. Aquí está la diferencia: o elijo mi propia voluntad o sigo la voluntad de un dueño o hago la voluntad de Dios. El problema de la felicidad se resuelve mediante la aceptación de la voluntad de Dios, que siempre me lleva a dar un corte muy diferente a mis acciones individuales y a dirigir mi vida hacia todo el mundo. Antepongamos siempre esta intención: “Hacer todo por amor a Dios y por el bien de la humanidad”.

4 - Los verdaderos adoradores – “Se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad” (Evangelio). De hecho, los verdaderos adoradores honran a Dios en sus corazones, no tanto con la exterioridad sino con una conciencia recta. Ellos creen porque tienen una experiencia directa de Dios y lo aman con todas sus fuerzas. Agradezcamos a Dios porque nos ha revelado este misterio de gracia y misericordia: “Cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros, y así Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado” (San Pablo).

5 - La cosecha está lista – “¡Abran los ojos y miren los campos sembrados! Ya la cosecha está madura”. El tiempo de la siembra se ha concluido con el nacimiento de Cristo. Él , con su muerte y resurrección , ya se ha convertido en mies, listo para convertirse en el pan de la vida eterna: termina en la cruz para que nosotros también podamos revivir con una nueva vida. Hoy nosotros le sucedemos a Cristo, a los apóstoles, a los cristianos de las generaciones pasadas, los cuales nos han enseñado a creer y nos han dejado en herencia su vida santa, su martirio: “Yo los he enviado a ustedes a cosechar lo que no les costó ningún trabajo. Otros se han fatigado trabajando, y ustedes han cosechado el fruto de ese trabajo”. Está a punto de comenzar un trabajo enorme en el mundo: hay lugar también para mí.

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