III Domingo De Cuaresma

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 5 March 2015

violaNo conviertan en un mercado la casa de mi Padre    

Lecturas: Éxodo 20, 1-17; I Corintios 1, 22‑25; Juan 2, 13‑25.                      

1 - La primera Pascua – Jesús echa del recinto del templo en Jerusalén a los vendedores de animales y a los que cambiaban dinero porque convirtieron la casa de oración en un mercado. Es uno de los muchos gestos mesiánicos, indicando lo que Jesús está a punto de lograr con la pasión, muerte y resurrección: “Destruyan este templo —de mi cuerpo—, y lo levantaré de nuevo en tres días”. El templo de Jerusalén, de hecho, se convierte en la figura del cuerpo de Jesús, como el corazón humano es el templo privilegiado de la Santísima Trinidad, como la Iglesia de Cristo es su Cuerpo místico. Preguntémonos: ¿No somos, por casualidad, nosotros también los vendedores que hacen mercado con las cosas de Dios, porque hacemos nuestros intereses en la Iglesia?

2 – El látigo de Jesús – Puede parecer un gesto inusual en Quien ha venido con infinita clemencia y dulzura para perdonar a todos los hombres. Y, sin embargo, si Cristo barre todo profanador del templo, significa que la profanación es siempre intolerable. También hoy en día “el celo por la casa del Padre” devora a Jesús. He aquí al Señor, que entra hoy en su Iglesia, en cada comunidad, en cada cristiano ... Con lo que está pasando, no hay duda de que el Señor está haciendo una limpieza general de su Iglesia, comenzando por cada conciencia. ¿De qué nos regaña? De mezclar su nombre, es decir de deshonorar su santidad, con operaciones que de divino y de humano no tienen nada. Más que poner el dedo sobre la llaga, Él está tomando el bisturí para extirpar a la raíz el mal de los corazones y las sociedades. ¡Sólo podemos esperar que se lo haga rápido!

3 ‑ Un Dios celoso – “No te harás ninguna escultura y ninguna imagen de lo que hay arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, o debajo de la tierra, en las aguas” (Éxodo). Parece que nos dijera: Te doy todo mi ser y todo el universo porque son todo, pero también tú me debes dar tu corazón y tu vida. Ciertamente Dios no se conforma con las migajas y sobras de tiempo; es por esto que dice a cada uno: “Amarás a tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente y con toda tu alma, con todas tus fuerzas” (Deuteronomio).

4 - El culto del corazón – De ello se desprende que el perno de la vida religiosa es la vida moral: el primer acto de amor a Dios es la fidelidad a los Diez Mandamientos, el código completo y perfecto de la ley natural. Aquí está todo el camino, la verdad y la vida; aquí está toda la ley y los profetas. He aquí, los tres puntos del amor a Dios: “No tendrás dioses ajenos delante de mí., no tomarás el Nombre de Dios en vano (diciéndole blasfemias); santificarás las fiestas”. Y aquí están los siete pasos de amor al prójimo: “Honrarás a tu padre y a tu madre; no matarás; no cometerás adulterio; no robarás; No dirás falso testimonio ni mentirás; no codiciarás los bienes ajenos; no codiciarás la mujer de tu prójimo (o marido)”. El Señor hoy  también nos repite: “¡Dejen de traer ofrendas inútiles: no puedo soportar delito y solemnidad!” Sí, no se puede ser al mismo tiempo religiosos y deshonestos. Así como debe estar de acuerdo  fe y razón, así deben estar plenamente de acuerdo fe y moral: el culto del corazón es ambas cosas.

5 - Un cuerpo solo – Lo que ofende al Señor es, sobre todo, la hipocresía de decir que se ama a Dios, pero se viola la ley del amor al prójimo. No existe un verdadero culto religioso si se oprime a los débiles e  inocentes, alimentando celos y contiendas, creando tensiones y divisiones, viviendo tranquilamente en el propio egoísmo e ignorando a los demás. Una comunidad dividida es una comunidad profanada; una vida aislada del universo está destinada a la muerte. El amor es un bien de todos y para todos.

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