III Domingo Del Tiempo Ordinario

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 23 January 2015

verde&Síganme, y yo los haré pescadores de hombres

Lecturas: Jonás 3,1‑5.10; I Corintios 7,29‑31; Marcos 1,14‑20.                      

1 ‑ Puntos de partida – El Evangelio contiene las primeras palabras de la predicación de Jesús: “El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en el Evangelio”. También grabó su primer gesto significativo en el hombre: “Síganme, y yo los haré pescadores de hombres”. Toda la Palabra de Dios asume el carácter perentorio de un llamamiento urgente, que Jesús dirige a cada hombre: convertirse para creer en Jesús y seguirlo para amarlo y para colaborar con él a la salvación del  mundo. También hoy, dado el estado del mundo, resuena en la conciencia de cada uno: “¡decídanse  ahora a seguirme!”

2 ‑ La conversión – Tiene connotaciones muy específicas y radicales: a) en primer lugar abandonar, como los ciudadanos de Nínive, la propia conducta malvada; b) luego, pasar de una vida que tiene como fin la  posesión exclusiva y definitiva de las realidades temporales, a una vida centrada en las realidades espirituales y eternas: “los que disfrutan del mundo –nos advierte San Pablo – vivan como si no disfrutaran”; c) y, en fin, volvernos todos “pescadores de hombres” para salvar nuestras vidas del mal y orientarlas hacia el bien.

3 – Pescadores de hombres – Esa tarea, fundamental y por lo tanto común a todos, no es sólo una invitación a una misión extraordinaria: el ministerio sacerdotal, la vida de total consagración al Reino de los Cielos, un compromiso misionero en los países del Tercer Mundo; ni siquiera es una invitación a “convertir a los demás”, sino de convertir a uno mismo amando a los demás. En definitiva, todos somos apóstoles del Evangelio del amor. Se tratará, por lo tanto, de predicar el Evangelio viviéndolo con coherencia absoluta y transformándolo en su momento, según las circunstancias y necesidades, en pan, ropa, medicinas, amigos, libros. En una palabra: transformar el Evangelio en mil actos de amor concreto.

4 ‑ La verdadera  profesionalidad – Es un hecho concreto muy positivo: en todos los entornos culturales y sociales emerge o crece una sensibilidad  que lleva a cada uno a hacerse cargo de los problemas de los demás. Incluso un ateo acepta de buena gana  esta “profesión” de humanismo concreto. Ahora bien, el estilo correcto, es decir, la “profesionalidad” típica en cumplir esta misión, es la de no discriminar nunca a nadie, ni destacarse de los demás. El bien no soporta etiquetas o firmas personales: exige discreción, delicadeza, reserva, humildad. El que lleva a cabo esta misión también debe aceptar las contestaciones y los obstáculos, tratando de resolverlos gradualmente con tacto y paciencia. ¡No se puede “pescar” si no con el corazón!

5 ‑ Puntos concretos– a) Hay extrema urgencia de “pescadores” prudentes y generosos, porque hoy ha crecido la demanda y el grito de ayuda de los que no tienen voz ni medios para vivir una vida digna; b) debemos preferir los ambientes que el hombre prefiere, los acentos (énfasis) que el hombre prefiere; c) toda la pastoral y la fisonomía  misma de la Iglesia deben ser dirigidas “hacia afuera”, donde las personas viven, trabajan y sufren. No esperemos que la gente venga a encontrarnos, tal vez en la iglesia, pero ¡vayamos nosotros a encontrarla! Estas son las famosas “periferias”, de las que siempre habla Papa Francisco

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