XIII Domingo Del Tiempo Ordinario

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 26 June 2016

verdeEl que pone la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios

Lecturas: 1 Reyes 19, 16b.19 21; Gálatas 4, 31-5,1.13 18; Lucas 9, 51 62.

1 - ¡Sígueme! – El Evangelio de hoy termina el discurso del domingo anterior, que proponía el hecho de seguir a Cristo como compromiso de “perder” la propia vida, es decir , donarla para el bien de todos. Hoy, es una vez más Cristo quien nos dirige una invitación perentoria: ¡“Sígueme en esta nueva forma de vida”! Aquí se inscribe toda la historia personal de cada hombre.

2 - La vocación – A la luz de este principio, la llamada de Dios no es sólo una invitación para realizar algo extraordinario (sacerdocio, vida consagrada, misiones…), sino para vivir en plenitud el don de la vida y de la salvación en el rol particular que Dios nos ha confiado. En este sentido, todos los cristianos, mejor dicho todos los hombres, son “llamados” a dar una respuesta con sus vidas al amor de Dios, que los ha hecho hijos suyos y hermanos de todos los hombres en Cristo. San Pablo lo dice claramente: “Todos han sido llamados a una sola fe, a un solo amor, a una sola esperanza”.

3 – El arado – La imagen del arado es muy eficaz para recordarnos que no debemos detenernos a mitad del camino emprendido, es decir , de la misión que debemos cumplir. Muchos comienzan bien, pero pronto se cansan. De esta manera se interrumpe ese proceso necesario de continua maduración personal, que es esencial para llevar a cabo cualquier compromiso en la vida: matrimonio, profesión, servicio de voluntariado…

4 - La responsabilidad - San Pablo, centra la atención en el problema de la libertad, al hablar de la liberación realizada por Cristo en nosotros, y del incesante empeño para permanecer libres: “Manténganse, pues, firmes y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud. Nuestra vocación, hermanos, es la libertad. No hablo de esa libertad que encubre los deseos de la carne, sino del amor por el que nos hacemos esclavos unos de otros”. La responsabilidad cristiana, en fin, es esa capacidad de responder personalmente de las propias acciones, ya sea delante a Dios que delante a los demás.

5 - ¡Aquí estoy! – La Biblia contiene algunas grandes figuras, que decididamente se han puesto en el camino trazado por Dios. Abraham, cuando Dios lo llama, le responde: ¡Aquí estoy!. Y así María, Jesús, los Apóstoles y una fila innumerable de santos pertenecientes a todas las clases sociales. La fe comienza justamente aquí: ahora y siempre decir “sí” al Señor. Los grandes problemas del mundo exigen también mi “sí” incondicionado, generoso, total. Esto vale para todos los campos: para mi familia, trabajo, actividades sociales, comunidad parroquial. Lamentablemente, hoy prevalece la mentalidad opuesta: tomar compromisos por un tiempo determinado y nunca definitivos. Este es el factor determinante de la inseguridad e inestabilidad personal y social. 

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