XXX Domingo Del Tiempo Ordinario

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 23 October 2014

verdeAma al Señor tu Dios con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo.    

Lecturas: Éxodo 22, 20 26; 1Tesalonicenses 1, 5 10; Mateo 22, 34 40.                      

1 - La cosa más importante – “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente”. Aquí está el punto: mi fe debe convertirse en un acto de amor, que abarque todas las expresiones de mi vida. ¡Creer es enamorarse! Preguntémosnos: ¿a Dios le he dado todo mí mismo o simplemente los descartes? ¿Hago todo sólo por amor o lo hago por obligación, por interés, por miedo? En la vida no “debemos” hacer nada por fuerza, pero solamente debemos amar.

2 - Los ídolos – Para servir a Dios en el amor, se necesita un corazón libre de todo ídolo. Ídolo es cualquier cosa que ocupa el lugar de Dios. San Agustín advierte: “El hombre llega a ser similar a lo que le gusta; si tú adoras las piedras, te conviertes en piedra”. De ello se desprende que si adoramos nuestro yo, quedamos iguales a nosotros mismos en vez de volvernos iguales a Dios y, si adoramos la materia, nos volvemos incapaces de comprender las cosas del espíritu. ¡La verdadera adoración- amor a Dios es un hecho de conciencia y de corazón, es una empresa de toda la vida!

3 – El otro mandamiento – “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Es ya un modo de tratar bien al prójimo. Sobre esta base todos están de acuerdo, incluso los no creyentes. Se podría decir, entonces, que este es el terreno común para un encuentro preliminar de serio ecumenismo religioso y cultural. Pero Jesús va más allá. A sus discípulos, antes de morir, encomienda el nuevo criterio: “Amense los unos a los otros, como yo los he amado”. Nuestro amor al prójimo debe medirse cada día sobre el modelo que Cristo ha dado de sí, donando su vida por la salvación del mundo.

4 - La lógica – Este argumento se basa en una profunda verdad: el Cuerpo Místico. Es decir: todos los hombres forman un solo cuerpo, un solo hombre. Así que todo el bien y el mal que haces, primero se debe a ti, y lo haces para ti mismo; entonces creces con los demás y disminuyes sin los demás. En cambio, amando al otro, ya te amas a ti mismo porque el otro eres tú. Tu mejor “egoísmo” es el verdadero amor de ti; ¡vuélcalo siempre en el otro!

5 - Puntos concretos – a) Liberarse de los prejuicios y las clasificaciones preconcebidas que todavía cultivamos en el subconsciente (fines ideológicos, religiosos, políticos, étnicos, sociales); b) mejorar las relaciones con el prójimo más "próximo" (cónyuge, hijos, familiares, el vecino de casa, el compañero de clase, el colega de oficina, el cliente); c) preferir siempre a los más necesitados, a los que son descartados por todos.

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