XXXI Domingo Del Tiempo Ordinario

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 31 October 2014

verdeSólo uno es vuestro Maestro y todos ustedes son hermanos.    

Lecturas: Malaquías 1, 14-2.8 10; 1Tesalonicenses 2, 7 9.13; Mateo 23,1-12.                      

1 - En nombre de Dios – El profeta Malaquías y Jesús condenan abiertamente un pecado grave de los responsables religiosos del pueblo, porque han usurpado el papel de Dios, y “en el nombre de Dios” oprimen al pueblo. He aquí la advertencia del Señor: “Ustedes se han desviado del camino y mediante su instrucción han hecho tropezar a muchos, por mi parte, yo he hecho que ustedes sean despreciables y viles ante todo el pueblo”.

2 - Incoherencia e hipocresia – No hay nada más ridículo y odioso que predicar un mensaje religioso-moral y desmentirlo con la propia conducta: “Ustedes deben obedecerlos y hacer todo lo que les digan, pero no hagan lo que hacen ellos” (Evangelio). Peor aún, cuando se explota el factor religioso para ganar una posición privilegiada en la sociedad: “Se mueren por el lugar de honor en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, y porque la gente los salude en las plazas y los llame Rabí” (Evangelio). ¿Están ellos al servicio de todos o quieren dominar a los demás?

3 - La respuesta – Aquí está: “Uno es vuestro Padre, sólo uno es vuestro Maestro (Cristo) y todos ustedes son hermanos, el más importante entre ustedes será siervo de los demás” (Evangelio). Ésta es la única relación correcta dentro de una comunidad religiosa. El ministro debe considerarse y debe ser considerado como ministro de Dios. También San Pablo se dirige así a sus fieles: “Así que no dejamos de dar gracias a Dios, porque al oír ustedes la palabra de Dios que les predicamos, la aceptaron no como palabra humana sino como lo que realmente es, palabra de Dios”

4 - Un salto de calidad – Gracias a Dios que está desapareciendo el “espíritu farisaico” dentro de la Iglesia: se siente la exigencia de una fe más convencida y madura. Por otra parte, las circunstancias históricas excepcionales en que vivimos, solicitan una raza de creyentes que testimonien con coherencia, coraje y uniformidad su propia fe. A lo sumo, es el caso de desear que todos los cristianos, se liberen por fin del respeto humano y lleven “en las calles” o en las “periferias” (es decir, en su propio entorno y donde Cristo no está presente) un sereno y coherente testimonio de fe.

5 - Puntos concretos – a) No mezclar nunca la fe con intereses privados o de grupo; b) no ceder al criterio de la moral corriente, que lleva a pensar y a actuar exactamente como decide la masa o el interés del momento; c) llevar a cabo la propia línea en unión a la Iglesia, aunque esto signifique ir contracorriente.

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