XXXI Domingo Del Tiempo Ordinario
Ama a Dios con todo tu corazón y al prójimo como a ti mismo.
Lecturas: Deuteronomio 6, 2‑6; Hebreos 7, 23‑28; Marcos 12, 28-34.
1 - El primer mandamiento – Uno de los maestros de la ley le pidió a Jesús cual es el elemento central de la vida religiosa. Y Jesús, sin mucho esfuerzo, respondió haciendo mención al texto clásico del Deuteronomio, uno de los cinco libros mosaicos del Pentateuco y fundamental para la religión hebrea: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Y añade: “No estás lejos del Reino de Dios”. En estos dos valores -Dios y el hombre- está toda la verdadera y única religión; en las dos palabras –todo y como- está, en cambio, la cima más alta de la vida religiosa. Aquí está el catecismo-base de toda religión; sobre este punto ocurrirá el encuentro entre todas las culturas y religiones de la tierra.
2 - Un modelo – Sobre este núcleo esencial pueden y tendrán que encontrarse de acuerdo todos los hombres, creyentes y no creyentes. Con los primeros se podrá dialogar sobre ambos valores, con los segundos se podrá dialogar al menos con el segundo valor. Parecería que Jesús quiso echar las bases, no sólo del cristianismo con respecto al hebraísmo, sino de toda verdadera religión o, más bien, de la única religión verdadera. Por supuesto, un día Él dará más detalles sobre el discurso en la Última Cena: “Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti” – “Amense los unos a los otros, como yo los he amado”. El modelo de referencia sólo es Jesús, sea como Dios sea como hombre.
3 - El futuro – Hoy se abren perspectivas muy interesantes para un diálogo universal que, partiendo del respeto hacia la libertad de cada uno y, por el encuentro sobre los puntos comunes a todos los hombres, un día se llegue a una única religión. Éste será un problema apasionante para las próximas décadas, que favorecerá ciertamente una mejor convivencia humana. La experiencia nos confirma que, cuando se va directamente a los temas del hombre y el amor, las distancias no son insalvables. Los paganos se convirtieron al cristianismo por ese solo hecho, y dijeron: “Mirad cómo se aman los cristianos”. También el “Padre nuestro” evidencia este estilo de lenguaje, accesible y compartible entre todas las religiones.
4 – Algunas preguntas – ¿Por qué todavía no amo a Dios con todo mi corazón y al prójimo como a mí mismo? ¿Por qué es tan difícil tratar con los demás? Éstas no son preguntas vanas porque condicionan toda mi vida social con los demás. Nuestra forma de vida es la consecuencia de este modo de pensar nuestro: todo debe girar alrededor de nosotros. En efecto, muy a menudo cada uno, en su relación con el otro, afirma su verdad, se escucha sólo a sí mismo. Las consecuencias más evidentes de esta psicología distorsionada son tres: la protesta, la incomunicación, la soledad.
5 - Puntos concretos – a) La sentencia, la indulgencia, la libertad que me doy a mí mismo tengo que concederla también a los demás; b) debo respetar la medida del otro sin imponerle la mía; c) primero me pondré en escucha porque eso revela mi “yo” y me hace ver lo que realmente soy, con mis cualidades y con mis defectos; d) el verdadero discernimiento es éste: primera acoger, luego evaluar; e) proponerse de llegar al otro no por interés personal, pero por el bien del otro; f) buscar juntos, trabajar juntos; g) ver en los demás al Señor.