XI Domingo Del Tiempo Ordinario

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 12 June 2015

verdeEl reino de Dios es como la semilla más pequeña que crece hasta convertirse en el árbol más grande

Lecturas: Ezequiel 17, 22-24; 2 Corintios 5, 6-10; Marcos 4, 26-34.                      

1 – Dos parábolas – Un hombre esparce semilla en la tierra, la madre tierra produce el milagro; pocos días después, he aquí el tallo y luego la espiga... La semillita de mostaza es la más pequeña que hay, pero echa ramas tan grandes que las aves pueden anidar bajo su sombra... Dos mini-parábolas para aprovechar dos características del Reino de Dios en su surgir y en su perfeccionarse: parecería que el hombre hiciera todo; pero en realidad, es Dios que produce la semilla y la hace fructificar, incluso sin la intervención humana o en contra de todas las adversidades. Ésto en el campo de la naturaleza. Pero en el campo de la gracia, la semilla de Dios es el Espíritu del amor: no más que una célula de vida divina en el corazón de cada hombre, que con el tiempo se convierte en un árbol grande, es decir la Iglesia, la familia universal.

2 – El Reino – El crecimiento del Amor de Dios comienza cuando el Grano divino es aniquilado en la cruz. A partir de ese día, crece de manera prodigiosa en cada hombre. Después de veinte siglos, esta planta es exuberante como nunca en todos los rincones de la tierra. Las mismas persecuciones contra los  honestos y contra los cristianos, las mismas faltas de los cristianos son una gran oportunidad para un crecimiento mayor. La historia de la Iglesia es la "explicación" de la parábola: Dios guía los acontecimientos humanos para que todo contribuya a la realización de su plan de salvación. La lección es clara: el bien, por naturaleza, es contagioso y se difunde; tiene en sí el poder infinito de Dios.

3 -El silencio de Dios – Está en el estilo de Dios hacer todo en el silencio del corazón, en la discreción de la humildad, en la total ausencia de clamor publicitario. Está en el estilo de Dios sorprender 'después' en vez que 'antes', elegir las criaturas más pequeñas y humildes para hacer cosas grandes, valerse de medios inadecuados pero dóciles a su gracia. Está en el estilo divino dar vida con la muerte, alegría con la cruz, éxitos en el fracaso, realización con recursos limitados. Así el Señor purifica su Iglesia de toda forma de triunfalismo humano para que fructifique cada vez más. El silencio de Dios es la prueba más elocuente que todo está en sus manos y no debe informar a nadie de lo que elige. Nos lo recuerda San Agustín: “Dios no hace nada por casualidad, pero actúa a sorpresa”.

4 ‑ La paciencia del Reino – Dios tiene paciencia con el hombre, no fuerza su libertad porque es dócil y misericordioso. Dios tiene tiempos largos porque su medida es la eternidad. Por tanto, este criterio es para los cristianos, que son, de hecho, el Reino de Dios en concreto. Así que no debemos preocuparnos de ver enseguida los beneficios, pero de perseverar con buena voluntad. A menudo, sucede que el bien y la respuesta a la “acción de Dios” vengan de personas y ambientes que no han recibido aún el anuncio evangélico. Dijo Jesús a Nicodemo: "El Espíritu Santo sopla por donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va". La sabiduría está en apoderarse de todas las buenas oportunidades sobre la marcha haciendo un discernimiento apropiado, la paciencia es adaptar el propio camino sobre el camino de Dios. “Quién pierde la paciencia se cae del cielo” (Agustín)

5 – Todos útiles – Cada parte de la “planta del Reino” tiene una función igualmente útil, porque en cada una circula la misma energía espiritual divina basada en la verdad, el amor, la unidad infinita y eterna. Nuestro mejor lugar es siempre el que Dios nos da. Así que “Cada día nos empeñamos en agradar al Señor, ya sea que vivamos en nuestro cuerpo o que lo hayamos dejado” (S. Pablo). La verdadera paz del corazón es hacer solamente lo que Él nos pide, sintiéndonos como siervos inútiles, sabiendo que todo lo hace el Señor. En la medida en que seamos dóciles a la acción de Dios, totalmente disponibles a su voluntad, ¡haremos cosas grandes para el Reino de Dios!

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