Ventiduesima Domenica fra l'anno

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 29 August 2015

verdeLo que sale de la persona es lo que la contamina    

Lecturas: Deuteronomio 4, 1‑2. 6‑8: Santiago 1, 17-18. 21b. 22. 27; Marcos 7, 1-8. 14-15. 21‑23.                      

1 ‑ La ley de Dios – El pueblo de Israel tuvo dos grandes dones de Dios: la revelación de la ley natural,  o sea los Diez Mandamientos, y la ley de la alianza, es decir, amar a Dios con todo el corazón y amar al prójimo como a sí mismo. Todo esto, en un complejo claro y orgánico de las leyes morales, litúrgicas y sociales contenidas en los cinco libros mosaicos del Pentateuco. Moisés en persona lo recuerda en modo eficaz a la asamblea: “No añadan ni quiten palabra alguna a esto que yo les ordeno. Más bien, cumplan los mandamientos del Señor su Dios. Obedézcanlos y pónganlos en práctica; así demostrarán su sabiduría e inteligencia ante las naciones. ¿Y qué nación hay tan grande que tenga normas y preceptos tan justos, como toda esta ley que hoy les expongo? 

2 ‑ El culto de Dios – La observancia de las leyes divinas debe ser un acto de amor, profundamente arraigado en el íntimo del hombre: su corazón. También Jesús se preocupa de educar a los hombres a una religiosidad más auténtica, liberada de todo formalismo y tradicionalismo: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres”. Parece la historia de nuestros tiempos. ¿Cuántos dramas (contestaciones) y tragedias (cismas) han ocurrido en los últimos cincuenta años después del Concilio Vaticano por la cuestión de la misa en latín o para la salvaguardia de tradiciones populares, olvidando  asuntos mucho más importantes: una profunda vida interior, basada en la Palabra de Dios, y en una relación madura con la autoridad de la Iglesia, ¡expresión de la guía de Cristo y de la voluntad de Dios!

3 - Adentro y afuera – Jesús formula un criterio de libertad, que pone paz entre los partidarios de la libertad de conciencia y los defensores de los derechos a la ley: “Escúchenme todos y entiendan esto: Nada de lo que viene de afuera puede contaminar a una persona. Más bien, lo que sale de la persona es lo que la contamina. Lo que sale de la persona es lo que la contamina. Porque de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad. Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona”. Aquí está el primer criterio para juzgar la bondad de una acción: la intención recta de un corazón puro que vuelve santas y agradables a Dios todas las cosas; mientras que “el hombre juzga las apariencias, en cambio Dios escudriña el corazón del hombre”. Seremos juzgados por esto, más allá de toda apariencia.

4 ‑ Las obras – San Santiago añade un criterio práctico más para comprobar si la fe es auténtica: “Reciban con humildad la palabra sembrada en ustedes, la cual tiene poder para salvarles la vida. No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica”. Este criterio es verdaderamente infalible: pasar de las palabras a los hechos concretos. Aquí se mide la efectiva sinceridad de la fe y la buena voluntad: pocas palabras y muchos hechos.

5 - Puntos concretos – Aquí está el documento de identidad del cristiano, con el cual debe presentarse al mundo: a) hombre libre de toda forma de esclavitud intelectual, moral y social; b) hombre coherente con el Evangelio, experimentado interiormente con gran pasión; c) hombre que obra y traduce el Evangelio en casa, en el trabajo, en la comunidad eclesial y civil. El escándalo, que nunca perdonarán los que no creen a los creyentes, es afirmar con palabras que creen en Dios y luego comportarse deshonestamente  ante su propia conciencia y ante los demás. ¿Qué sentido tiene, participar al culto en la iglesia y ofender habitualmente a Dios y al prójimo?

Tags: