XXIV Domingo Del Tiempo Ordinario

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 12 September 2015

verdeEl que pierda su vida por mi causa, la salvará    

Lecturas: Isaías 50, 5‑9a; Santiago 2, l4-l8; Marcos 8, 27‑35.                      

1 ‑ El Siervo de Dios – El profeta Isaías, describiendo en los mínimos detalles la futura pasión de Cristo, delinea la característica fundamental de la personalidad, del mensaje y de la obra de Cristo: “El Señor omnipotente me ha abierto los oídos,  y no he sido rebelde ni me he vuelto atrás. Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban,  mis mejillas a los que me arrancaban la barba; ante las burlas y los escupitajos no escondí mi rostro. ¡El Señor omnipotente es quien me ayuda! ¿Quién me condenará?”

2 - La pregunta – Un buen día, cuando parece haber llegado el momento, Jesús se dirige a los Apóstoles para saber qué idea tiene la gente de él. Respuesta: “Unos, que Juan el Bautista; otros que Elías;  otros que uno de los profetas”. Entonces Jesús continúa: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Pedro le contesta en nombre de todos: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente". A este punto, Jesús explica lo que realmente significa “Cristo”: “El Hijo del hombre deberá sufrir mucho y ser reprobado por los sumos sacerdotes y los escribas, será matado y resucitará a los tres días”.

3 ‑ ¿Y nosotros? – Ahora el discurso se extiende, hasta implicar a todos los cristianos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”. El cristiano está llamado a revivir la misma historia de Cristo: la negación, la crucifixión, la muerte, la resurrección. ¡Nuestra fe cada día vacila bajo este peso!

4 - Perderse – En  fondo del Evangelio está pues esta paradoja sublime: para salvar la propia vida, hay que perderla. Quien no se pierde por amor de los demás, desperdicia su propia existencia haciéndola inútil. Feliz el hombre que acoge, en la luz de la fe, esta visión de la vida según Cristo: ¡está salvado! De esta manera,  “siervo de Yahvé” es toda persona que hace de la cruz el signo de una vida inmolada totalmente sobre el altar del amor. ¿ Entendimos, nosotros los cristianos, que en fondo, se trata de ésto? El mundo espera la salvación de parte de hombres y mujeres que sepan donar sus vidas, a la manera de Cristo, para el bien de todos.

5 – Fe y obras‑ Si la fe es creer en Cristo entonces las obras son vivir como Cristo. La fe, si no se transforma en esta obra de amor total ha muerto. El apóstol Santiago explica a todos los que se conforman de una fe muerta o larval: “Tú tienes fe y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré la fe por mis obras”. Una verdadera fe cristiana nos debe llevar a donar toda nuestra existencia para el bien del mundo. Hoy Cristo nos hace a todos la misma invitación, sin medios términos: entreguen sus vidas por mí y por el Evangelio ...

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