XXVI Domingo Del Tiempo Ordinario

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 26 September 2014

verdeLos publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios.    

Lecturas: Ezequiel 18, 25 28; Filipenses 2, 1 11; Mateo 21, 28 32.                      

1 - Ezequiel – Este sacerdote del templo es el profeta que provoca a pecadores y creyentes con un desafío: “¿Acaso no es el proceder de ustedes, y no el mío –dice el Señor- el que no es correcto? Cuando el malvado se aparta del mal que ha cometido, él mismo preserva su vida”. He aquí la verdadera razón que nos debe convencer a convertirnos: la salvación es don de Dios, pero también está en nuestras manos. ¡Cada uno es un poco salvador de sí mismo! San Agustín lo expresa muy bien así: “El que te creó sin ti, no te salvará sin ti”.

2 - Dos categorías – El Evangelio confirma este argumento comparando el comportamiento de los dos hijos: uno dice “no” a su padre, pero luego obedece; en cambio el otro dice “sí”, pero luego no hace nada. Con respecto a la vida y a la salvación no se necesitan grandes promesas, lindos discursos. Sirven los hechos. La peor culpa no es la de equivocarse, sino la de no hacer nada: “No quién dice: Señor, Señor entrará en el reino de los cielos, pero quién hace la voluntad de mi el Padre” (Evangelio).

3 - Publicanos y prostitutas – “Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él” (Evangelio). El hecho de que hemos sido salvados desde el principio con el bautismo, no debe impedir nuestro compromiso diario para merecer la salvación. Esta convicción podría, tal vez, engendrar en nosotros una forma de pensar hipócrita y laxa: ya estamos con la conciencia tranquila con Dios y con todo el mundo, y ni siquiera se nos asoma la idea de pedir perdón a Dios y a los demás. En cambio, en los publicanos y prostitutas del Evangelio, evidentemente, se encuentra ese “algo más” que los hace merecedores del perdón: la conciencia de haber errado, la humildad de confesarlo, el arrepentimiento sincero de redimirse, ¡la buena voluntad de cambiar vida!

4 - Una reflexión y un consejo – Miremos un momento con despiadada lucidez a cierta mentalidad “cristiana” que admite todo, incluso cosas terribles, tales como: el aborto, la eutanasia, toda licencia en la libertad, el exclusivo interés egoístico a expensas de los pobres, honestos e indefensos . ¿No es mejor una “prostituta” que, tal vez, es sólo una víctima de la explotación? ¿Podemos todavía guardar silencio o ser cómplices de este sistema de pass-par-tout? El consejo sabio nos lo da, una vez más, San Pablo: “Permanezcan bien unidos en el espíritu, no busquen su propio interés, tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús, Él, que era de condición divina, se rebajó a sí mismo, vaciándose, hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz”. Literalmente: vaciarse para estar llenos de Dios.

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