XXVII Domingo Del Tiempo Ordinario

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 3 October 2015

verdeLo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre    

Lecturas: Génesis 2, 18‑24; Hebreos 2, 9-11; Marcos 10, 2‑16.                      

1 ‑ Los primeros orígenes – El libro del Génesis habla de la creación de la mujer, tomada del corazón-costilla del hombre y donada a él por Dios. El hombre, despertándose de su sueño, exclama lleno de alegría y sorpresa: “Ésta sí es hueso de mis huesos  y carne de mi carne. Se llamará “mujer” porque del hombre fue sacada”. Pues: igualdad en la naturaleza entre hombre y mujer  porque tienen el mismo origen; identidad de corazón porque entre ellos hay complementariedad de dones: uno está hecho para la otra, y viceversa. Pero la verdadera razón de todo esto está en ese principio, que sostiene toda la creación: “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada”. Bien dice Agustín: “Dios creó al hombre como un todo, pero no quiso que estuviera solo - Unus sed no Solus”. El hombre y la mujer son, pues, dos, pero para convertirse en una nueva unidad.

2 ‑ El nuevo Adán – El relato bíblico eclipsa el misterio de la Encarnación, Pasión y Muerte de Jesucristo: Dios se casa con la humanidad. Él, el nuevo Adán, se ha “dormido” en la Cruz y de su costado se ha traído la nueva Eva, la humanidad redimida: la esposa-Iglesia. El hombre tiene un origen divino, Cristo tiene orígenes también humanos: “El que santifica como los que son santificados tienen un mismo origen, por lo cual Jesús no se avergüenza de llamarlos hermanos” (Hebreos).

3 ‑ El divorcio – En éste doble contexto nupcial se inserta la cuestión del divorcio: “¿Está permitido que un hombre se divorcie de su esposa?” A la pregunta de los apóstoles Jesús contesta así: “Ya no son dos, sino uno solo.  Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”. En otras palabras: el hombre y la mujer con el matrimonio se han convertido en una vida sola para siempre. El diseño de Dios los funde juntos, convirtiéndolos en una “nueva criatura” con un acto de amor irreversible. La misma pregunta y la misma respuesta se pueden aplicar al amor entre el hombre y Dios: no puede haber divorcio entre el hombre y el amor infinito de Dios. El amor verdadero donado por su naturaleza es irreversible: un pacto definitivo y eterno. El hombre es creado “a imagen de Dios” para siempre, y sólo en Dios es dichoso, feliz y realizado. ¡El divorcio es parte triste de todo pecado!

4 – La unidad – Es la propiedad esencial de Dios que es Trinidad de Amor; y debe ser la propriedad esencial de toda comunidad de amor: la pareja, la familia, la Iglesia, la humanidad. En efecto, son el fruto del amor indefectible de Dios y se convierten en un signo de la obra de Dios en este mundo, que quiere unir en Sí mismo a todas las criaturas. El pecado -el amor a sí mismo, llevado hasta el desprecio  de los demás- insidia y romper la unión de dos o más seres. Así que la salvación de la pareja y la familia se encuentra en hallar una unidad de amor, ¡también a través de una renovada capacidad de perdonar!

5 – La situacón actual – Alrededor de este maravilloso plan de Dios, que llama al hombre y  la mujer para ser artífices de amor nupcial y nueva vida para toda la humanidad, se encuentra el plan contrario de la así llamada cultura “laical”, que ya ha llegado a los extremos a través de una estrategia contraria y radical. Las etapas son las siguientes: divorcio (ahora se habla hasta de "divorcio rápido", donde la autoridad civil es totalmente superflua), aborto, delito de homofobia, uniones gay con derechos de adoptar hijos, ideología de género (gender) obligatoria en las escuelas, eutanasia. ¿Ha quedado sólo la Iglesia católica para defender al hombre, la mujer, la familia y la vida? Por este lado, los católicos están llamados a testimoniar con coraje y eficacia.

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