XXIII Domingo Del Tiempo Ordinario

Posted by Padre Eugenio Cavallari on 4 September 2014

verdeDonde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos.    

Lecturas: Ezequiel 33,7 9; Romanos 13, 8 10; Mateo 18,15 20.                      

1 – La centinela de Dios - Dios llamó al profeta Ezequiel para una tarea muy difícil: “A ti, hijo de hombre, yo te he puesto como centinela del pueblo de Israel: cuando oigas una palabra de mi boca, tú les advertirás de mi parte”. Si el profeta no cumple fielmente su cargo, el Señor lo considera responsable de la ruina de los impíos: “pero a ti te pediré cuenta de su muerte”. Dos mil años atrás ya hubo un “Hijo del Hombre” - Cristo Redentor - a quien el Padre ha pedido cuenta de la muerte espiritual de toda la humanidad: Él ha saldado la cuenta con su muerte en la Cruz. Estando místicamente en la Cruz hasta el fin del mundo, Jesús actúa como una centinela para el pueblo de los salvados. Pero todos tenemos que ser centinelas de Dios, junto a Él, respecto a los hermanos que han errado. Ser verdaderamente centinelas significa sentirnos responsables de la salvación de todos.

2 – La deuda del amor – El amor es la única deuda que nos ata a los demás. Pablo lo repite: “Hermanos, que la única deuda con los demás sea la del amor mutuo”. Es un lazo tan fuerte que, como trate de aflojarlo o cortarlo, nunca voy a romperlo. El tormento interior que me macera saludablemente, y a veces la crisis de conciencia, son los que denuncian que esta "deuda" todavía no ha sido completamente cumplida! Ahora bien, ¿hay un lazo de amor, o sea una deuda, también con el hermano que ha faltado por qué ha ofendido el amor? Esta deuda lo saldo con el perdón

3 - La corrección fraterna – Cuando uno verdaderamente ama, no se rinde frente al hermano que erra, más bien, duplica el cariño y los cuidados. En primer lugar cara a cara; luego, con una o dos personas “calificadas” en virtud de su papel; en tercera instancia con la ayuda de la comunidad. La corrección hecha en la forma debida y con corazón verdadero, es el acto supremo de amor. Evita que situaciones equivocadas se vuelvan irremediables. La corrección es una mano amiga tendida: no para condenar sino para salvar. Si no puedo hacer otra cosa, puedo perdonarlo ya rezando por él.

4 - Puntos concretos – El criterio para juzgar una amistad verdadera de una superficial es éste: si los amigos tienen el coraje de corregirse mutuamente diciéndose la verdad. Es decir, si están dispuestos a dar y aceptar la corrección. De esta manera se mantiene vivo y se renueva constantemente el diálogo entre mujer y marido, hermanos y hermanas, novios, amigos y colegas, miembros de un grupo y de comunidades. Después de la corrección, las relaciones se fortalecen y se vuelven más auténticas. No existe perdón cristiano que no sea en sí mismo una forma de corrección fraterna.

5 – Atar y desatar – El Evangelio de Mateo extiende el poder de atar y desatar a toda la comunidad. Esto obviamente no es el “poder” sacramental de perdonar los pecados, asignado al ministerio sacerdotal de la Iglesia, pero de un ministerio de verdad, de amor y de reconciliación que compromete a todos al perdón recíproco. Dice San Agustín: “Ama y haz lo que quieras: si callas, calla por amor; si hablas, habla por amor; si corriges, corrige por amor; si perdonas, perdona por amor. Que dentro de ti exista la raíz de la caridad; de dicha raíz no puede brotar sino el bien”. (Com. I Cart de Juan 7,8).

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